Francisco Mejía-Azcárate
En 1926, el deseo de Clarence Gasque de regalarle a su esposa Maude el más fantástico y costoso automóvil jamás fabricado convirtió a este sofisticado y rico ejecutivo, en un verdadero Romeo y en una leyenda que aún trasciende. Este proyecto que duró 10 meses se inició cuando este caballero estadounidense, director financiero de la compañía norteamericana Woolworths, residenciado en Londres, compró un chasis con su respectivo tren de rodaje a Rolls-Royce por £ 1.600, y se lo entregó al carrocero Charles Clark de Wolverhampton, dirigido en ese momento por un Sr. Barnett, indicando que quería que el diseño del auto fuera inspirado en el arte francés.
Mientras luchaba por inspirarse, el Sr. Barnett visitó el Museo “Victoria and Albert” de Londres, donde se encontró con una silla de carruaje que perteneció a Marie Antonieta. Con esto en mente, los artesanos de Aubusson, Francia, comisionados por Barnett dedicaron los próximos nueve meses a tejer un tapiz para cubrir los asientos traseros, tapiz este que costo £ 500, equivalentes a US$ 2.430, en ese entonces, que era mayor al costo promedio de una muy buena casa de tres habitaciones en los Estados Unidos en 1926. (http://www.thepeoplehistory.com/20s-homes.html)
Fotografías desde diferentes ángulos del Roll-Royce Phantom I – Modelo 1926 |
Se trata, sin duda, de un Rolls-Royce lleno de arte considerado como un palacio rodante que llegó a ser en su momento el automóvil más costoso de todos los tiempos en el que el Sr. Clarence W. Gasque definitivamente no se midió en gastos, con el único fin de asegurarse de que su esposa estuviera adecuadamente impresionada.
A mediados de la década de 1920, un libra esterlina costaba US$ 4.86 y este asombroso automóvil por el que en su momento pagaron £ 6.500 (US$ 31.590), fue rápidamente apodado “El fantasma del amor”, y tomó diez meses para completarse - tres veces más que el período normal para un Rolls-Royce en esos tiempos, y fue entregado a la pareja residenciada en Londres en abril de 1927. Si trasladamos su costó al valor del dinero de hoy, cuando una libra esterlina cuesta tan solo US$ 1.23, podríamos decir que equivale a £ 356.000. (US$ 437.880).
La historia cuenta que el Sr. Gasque le dijo al personal de Charles Clarke que no quería saber nada del carro durante su periodo de fabricación, a pesar de que era el Rolls-Royce más caro que jamás ordenado. La pareja disfrutó feliz el vehículo durante 18 meses porque el Sr. Gasque murió a la temprana edad de 54 años. La Sra. Gasque, una heredera de Woolworth, dedicó su vida al bienestar de los animales y al vegetarianismo, utilizando el automóvil hasta 1937, cuando fue guardado. El carro permaneció sin uso hasta 1952, cuando fue vendido a Stanley Sears, un coleccionista de Rolls-Royce y padre del destacado y casi eterno piloto de carreras británico Jack Sears, fallecido el 26 de agosto de 2016.
Se puede apreciar el reloj francés en ‘doré de bronce’, el área del conductor y el falso escudo de armas en la puerta |
A mediados de la década de 1980, el carro fue vendido a un coleccionista japonés por £ 1.000.000., otra cifra asombrosa para la época, y existen rumores que luego se vendió por el doble de esta cifra a otro caballero japonés que más tarde tuvo problemas financieros. Despues de eso, no se supo más del carro hasta que apareció en los EE.UU. en 2002 y luego fue llevado de vuelta a Inglaterra, donde ha permanecido desde entonces. En agosto de 2016, la emblemática casa de subastas automovilísticas, “Bonhams”, compró el carro, por una cifra desconocida, con la intención de subastarlo en diciembre 4, de 2016, subasta que se llevó a cabo en el “Palacio sobre ruedas” de Londres y el carro encontró un nuevo hogar tras una puja que dejó caer el martillo en la no despreciable suma de € 800.000. (US$ 833.000).
Rob Hubbard, especialista ‘Senior’ en automóviles y subastador de Bonhams, dijo: "Es probablemente el Rolls-Royce más caro jamás fabricado, recordemos que costó £ 6.500 en 1926”. "En el viejo mundo del automóvil, este Rolls-Royce es muy conocido y tiene uno de los interiores más magníficos jamás fabricado”. “La parte posterior de su interior es una obra de arte y un pedazo de historia, es como entrar en una finísima mansión georgiana”.