Tres alemanes de los 50's que quisiera conducir hoy

Por: Francisco Mejía-Azcárate
Cuando hablamos de vehículos alemanes estamos hablando de calidad. Los alemanes son una raza de seres humanos capaces de sincronizar, mejor que nadie en la industria automotriz, estas tres variables con absoluta armonía y sapiencia: ingeniería excelsa, diseño austero y fabricación meticulosa. Para escoger tres automóviles alemanes de la década de 1950 que quisiera conducir hoy, saqué de esa lista al Mercedes-Benz 300SL 'Gullwing', porque ese ya lo mencioné como mi preferido en ‘Mi cochera imaginaria’, sin embargo, no pude contenerme las ganas de querer conducir a su hermano menor Mercedes-Benz 300 SL Roadster. También me encantaría conducir un Porsche Speedster 356, y ojalá fuera uno como el de Carlos Mario Álvarez, cuya prolongada y metódica restauración le dejó como resultado uno de los mejores ejemplares de esa raza en el mundo, y para cerrar con broche de oro, me encantaría conducir un BMW 507 Roadster. Ahora sí, con estos tres en mi lista de antojos “el que pida más que le piquen caña”….

1959 Mercedes-Benz 300 SL Roadster: Producido entre los años modelo 1957 y 1963, como un complemento ideal para el famosísimo “300 SL Gullwing”, combina una calidad excepcional con la ingeniería alemana de vanguardia, muchos clasifican a este par de automóviles entre los mejores Mercedes-Benz del mundo.

1959 Mercedes-Benz 300 SL Roadster


No hace falta decir que el Mercedes-Benz 300 SL “Gullwing” ha sido un automóvil de enorme importancia. Comenzó como una creación del importador estadounidense de Mercedes-Benz, Max Hoffman, quien estaba convencido que crear una versión legal para conducción cotidiana del muy exitoso W194 de carreras sería además de un hit, un producto rentable en los Estados Unidos, y que muchos de sus clientes dejarían un depósito y harían fila por la oportunidad de tener un automóvil con un desempeño y un estilo de esos.

1959 Mercedes-Benz 300 SL Roadster

Como Max Hoffman sabía lo que el mercado iba a querer, inclusive antes que el mercado supiera del producto, no se conformó con una versión cerrada del 300 SL, también pensó en una variante descapotable del automóvil deportivo más deseable del mundo, así que convenció nuevamente a las directivas de la marca teutona para que lo desarrollaran, y el Roadster fue introducido al poco tiempo, en 1957. Dado que el 300 SL perdería su techo, los ingenieros reforzaron y modificaron el chasis de tubería espacial para adaptarlo a las puertas convencionales con bisagras, lo que al mismo tiempo permitió una mayor facilidad de entrada al reducir la altura del chasis en la línea de la puerta. Al mismo tiempo, el equipo de diseño también hizo algunos cambios leves en la carrocería del 300 SL Roadster, incluida una abertura de persiana o rejilla más pequeña y tiras cromadas dobles en los estribos laterales, dándole al automóvil un aspecto aún más aerodinámico y glamoroso.

1959 Mercedes-Benz 300 SL Roadster

Como Mercedes-Benz ha sido siempre una marca muy vanidosa, no iba a permitir que ni el rendimiento, ni el desempeño se vieran afectados por la falta de techo, así que todos los Roadsters se ofrecieron como equipo estándar con el motor NSL (más competitivo) instalado únicamente a las ultimas 280 unidades del “Gullwing”, logrando con esto que el Roadster fuera capaz de alcanzar velocidades máximas que iban de 213 kph a 248 kph, dependiendo de la relación de transmisión final especificada. El motor estándar del Roadster era de 6 cilindros en línea, con árbol de levas en culata, con 2.996 cc de desplazamiento, y transmisión manual de cuatro velocidades. Su carrocería se sustentó sobre un chasis con una distancia entre ejes de 2.400 mm, además de una suspensión delantera independiente de muelles helicoidales y suspensión trasera de eje oscilante de un solo punto con muelles helicoidales, con frenos de tambor asistidos por un servomotor.

Esta es la ingeniería debajo de la carrocería del Mercedes-Benz 300SL Roadster


El 300 SL Roadster es conocido como el arquetípico convertible Mercedes-Benz de la posguerra, y es un ícono de la ingeniería y el diseño alemán, ya que realmente se adelantó a su tiempo. Del 300 SL Roadster se fabricaron 1.858 unidades entre 1957 y 1963, y desde el día en que se presentó ha sido muy apreciado y apetecido por los entusiastas y coleccionistas, aunque en la actualidad su valor sobrepasa por mucho el millón de dólares, ninguna colección importante debería prescindir de uno de ellos.

Mercedes-Benz 300 SL Roadster en la línea de ensamble y removiendo el techo duro

1956 Porsche Speedster 356: El Porsche Speedster 356 (1600 S), ha sido uno de los autos deportivos más simples y exitosos de la historia. En la actualidad es tan elegante que se roba todas las miradas y pone a todo el mundo a murmurar cada que aparece. Cuando estudio los detalles de su concepción mi admiración solo crece al comprender la excelencia de su diseño, lo rudimentaria que fue su fabricación y el extraordinario rendimiento que sale de esa pequeña pero perfectamente afinada máquina. Su motor fue creado para ser absolutamente confiable en el tráfico de cualquier ciudad o en las carreteras y autopistas alrededor del mundo. Su maniobrabilidad y desempeño lo hacen sobresaliente en las carreteras sinuosas, marcando distintivamente una era en la que la generalidad de los autos deportivos era muy diferente. Ferdinand Porsche sabía lo que quería y creó un automóvil que fuera capaz de desempeñarse como un instrumento de precisión que podía mantener un muy buen promedio de altas velocidades, independientemente del terreno.

1956 Porsche Speedster 356 (Propiedad de Carlos Mario Álvarez - Medellín)

Esta fue otra ‘creación’ de Max Hoffman, ese comercializador de marcas europeas de la posguerra y responsable del éxito de casi todas las marcas que tuvieron a bien hacerle caso. Su capacidad de comercialización le creo un enorme músculo financiero dándole un gran poder de persuasión, así que cuando vio la necesidad de crear un modelo deportivo que pudiera ser comercializado en los Estados Unidos por menos de US$ 3.000, lo propuso y el resultado fue el 356 Speedster, una versión minimalista del 356 America Roadster, que podría ser llevado a la pista de carreras, correrlo en la tarde y regresarse a casa conduciéndolo en la noche.

Aunque el Speedster fue lanzado en los Estados Unidos en 1954, donde se convirtió en un éxito instantáneo, particularmente en el Sur de California, no fue presentado al público europeo sino hasta el verano de 1955. Muchos entusiastas famosos adquirieron inmediatamente los Speedsters incluyendo al destacado director de orquesta austríaco, Herbert von Karajan y el actor James Dean, quien posteriormente moriría en un 550 Spyder.

Diferentes ángulos del 1956 Porsche Speedster 356 (Propiedad de Carlos Mario Álvarez - Medellín)


Los primeros Porsche 356 Speedsters fueron conocidos como los modelos Pre-A y/o T0, más adelante salieron las versiones 356A o T1 Speedsters. Este en particular, propiedad de Carlos Mario Álvarez, es un Pre-A, fue fabricado en octubre de 1955, pero salió de fábrica como modelo 1956. (Denominado ‘Interim’ ⇔ Provisional).

Más de 1.000 Pre-A Speedsters salieron de la línea de producción de “Carrocerías Reutter” en Zuffenhausen, Alemania, donde fabricaron un total de 1.234 de ellos, y considero poco probable que alguno de esos 1.234 esté en mejores condiciones que el de nuestro querido amigo de Medellín.

Fotografías que ilustran la calidad del trabajo de restauración del Porsche Speedster 356, modelo 1956 (Propiedad de Carlos Mario Álvarez - Medellín)

En octubre de 1955 el 356A (T1) Speedster fue introducido y permanecería en la línea de producción hasta que fuera substituido por el modelo T2 en agosto de 1957. El Speedster 356 de 1956, salió al mercado estadounidense sin aumento de precio con respecto a su predecesor que venía con un motor de 1500 cc, sin embargo, ofrecía un aumento del 6% en la potencia y el desplazamiento, mientras aumentaba un 5% el torque. Los cálculos basados en la potencia de tracción y la resistencia a la tracción del automóvil indican que la potencia real generada por ese motor de 1.581 cc (96.5 pulg³) es equivalente a los 70 bhp anunciada por la fábrica. Se estima que durante ese periodo de 22 meses se fabricaron 1.850 unidades 356A (T1) Speedster. Aunque en Estados Unidos el hecho o la ilusión del tamaño es a menudo un criterio de calidad, suficientes estadounidenses entendieron el concepto de Ferdinand Porsche, para que la fábrica continuara funcionando a toda velocidad durante los siguientes dos años.

Vista posterior del mejor Porsche 356 Speedster que existe en Colombia

El Speedster del año modelo 1956, salió al mercado estadounidense con un precio de US$ 2.995 en el puerto de entrada, y si tenías la suerte de tener un cupo, podías adquirirlo por alrededor de US$ 3.200 después de impuestos y opciones. No obtenías mucho metal por tu dinero, pero en cambio te hacías a una obra maestra de la ingeniería en el sentido completo y literal del término. El último envío del año 1956 para el suroeste de los Estados Unidos, consistió en diez unidades del 1600 pero había 38 bullosos distribuidores, que tenían depósitos, lo que causó una trifulca y una rebatiña sin precedentes.

Porsche Speedster 356, modelo 1956 – Uno de los tres alemanes de los 50’s que quisiera conducir hoy (Propiedad de Carlos Mario Álvarez - Medellín)

La distribución del peso y la suspensión poco ortodoxas le dan al Speedster cualidades de manejo que son bastante únicas. A velocidades lentas, se maneja con bastante normalidad y en los giros no se advierte problema alguno, y la sensación es que el carro está moderadamente ‘pegado’ al suelo. Luego, a una velocidad ligeramente superior, su carácter cambia por completo. En lugar de esa sensación de estar ‘pegado’ al suelo, la parte trasera del automóvil parece deslizarse hacia el exterior de la curva, y efectivamente lo hace a mayor velocidad. Pocos logran convertirse en ‘pilotos expertos’ en su primera experiencia conduciendo un Speedster a gran velocidad, la mayoría se van a asustar hasta que aprenden a controlarlos debidamente…. Está claro que el encantador "sobre-viraje" del Porsche, que sucede al alcanzar una velocidad promedio alta es para muchos la característica más espectacular del Speedster.

BMW 507 Roadster: Como la mayoría de los extraordinarios automóviles alemanes que llegaron a los Estados Unidos, en las décadas de 1950 y 1960, el BMW 507 también surgió de la mente de Max Hoffman (el reconocido importador de marcas europeas de Nueva York, creador del Porsche Speedster, el Mercedes-Benz 300 SL y 190 SL, y este automóvil, el BMW 507). Consciente que la sed del mercado estadounidense por hermosos y rápidos biplazas descapotables aún no se había saciado, Hoffman estimuló el esfuerzo del fabricante bávaro pidiéndole un bi-plaza elegante que redujera la brecha entre los MG de bajo precio, los Porsche y el muy costoso 300 SL, así que BMW, aceptó el reto, y aunque solo se hicieron 251 unidades + 2 PT, representó el resurgir de la marca tras su casi desaparición como consecuencia de los graves daños sufridos durante la 2da Guerra Mundial.

1959 BMW 507 (2da Serie)

Hoffman tenía el suficiente músculo comercial y financiero para convencer a BMW de fabricar un deportivo que mostrase al mundo sus capacidades y que fuera un rival digno que sin complejos pudiera mirar a los ojos al hermoso Mercedes-Benz 300 SL, también creado a partir de una sugerencia suya.

El resultado de este desafío fue el exclusivo BMW 507, cuya carrocería había salido de la mente del conde Albrecht von Goertz, y fue presentado al público en el Salón del Automóvil de Nueva York de 1955, aunque su producción comenzaría al año siguiente. La carrocería fabricada íntegramente en aluminio recogía unas elegantes y fluidas líneas que daban vida a este distinguido pero liviano “roadster” bi-plaza coupé.

Recordemos que el Conde Albrecht Graf von Goertz, (1914-2006) no solo diseñó vehículos para la firma bávara, también participó en el diseño del Porsche 911, el Toyota 2000GT y el Datsun 240Z.


El 507 utilizaría los mejores componentes mecánicos de las series 502 y 503, incluido un motor V-8 de bloque de aluminio, y 3.2L, con válvulas en cabeza, que ensamblado a una caja de cambios ZF de cuatro velocidades, y mejorado con dos carburadores de doble cuerpo generaba cerca de 150 HP. Gracias a la buena relación peso/potencia, alcanzaba una velocidad máxima de 217 km/h, mientras que la aceleración de 0 a 100 km/h se lograba en 8.8 segundos, algo extraordinario para la época. Sin embargo, como la mayoría de los grandes automóviles, no se habría convertido en una leyenda si no fuera por sus curvas fluidas y francamente sensuales.

1957 BMW 507 Roadster (1ra Serie), con capota metálica removible


El 507 fue fabricado a mano y la idea era venderlo a unos US$ 5.000, pero llegó a un precio de US$ 9.000 y eventualmente superó los US$ 10.900 (US$ 105.860 en 2020) una suma enorme para cualquier automóvil en ese momento. No era fácil venderlos porque Hoffman lo exhibía en su concesionario de Park Avenue, junto al Mercedes-Benz 350 SL ‘Gullwing’ cuyo precio era US$ 7.295 FOB NYC, (US$ 70. 848 en 2020).

Cuando el Conde Albrecht von Goertz, un protegido del famoso diseñador industrial Raymond Loewy, tuvo listos los bocetos, fue Max Hoffman quien obtuvo la aprobación final del diseño. Las líneas básicas del 507 inspiraron uno de los mejores diseños modernos de BMW, incluido el Z8, que se convirtió en su sucesor espiritual en las cocheras de los coleccionistas más ricos y exigentes.


Su atractiva carrocería conquistó al público especialmente a una buena cantidad de estrellas como Elvis Presley, quien fue un honroso embajador del 507, cuando prestaba servicio militar en Alemania. Existe una anécdota que dice que el 507 de Elvis era originariamente blanco, pero como todas las mujeres se lo besaban con sus bocas pintadas de pinta labios rojo, decidió pintarlo de color rojo. Sin embargo, a pesar de su exorbitante precio para la época, la compañía perdió plata en cada uno de ellos, por lo que en 1959, y luego de tres años de producción en los que se fabricaron 2 prototipos y 251 unidades, el 507 dejó de fabricarse y su rareza, unida a su belleza, hizo que su valor solo tomara un rumbo ascendente con los años. Aunque desde su concepción fue siempre un automóvil caro, en la actualidad un buen BMW 507, se cotiza en al menos en dos millones de dólares.

El 1958 BMW 507, del Conde Albrecht von Goertz – Subastado en 2018 en Londres por Bonhams, en US$ 2.100.000