La Historia del Jeepney Filipino

Investigación y edición Francisco Mejía-Azcárate
Afiche del Jeepney


Fotografías de los Jeepneys que ruedan por las calles de Manila
Algo que impacta cuando se va por primera vez a Manila, en las Filipinas, es lo parecidos que son los filipinos a nosotros los latinoamericanos, afortunadamente no en lo físico, pero sí en todo lo demás. Definitivamente no ocultan su pasado español. La diferencia con los ciudadanos de Japón, Hong Kong y Singapur es abismal. El aeropuerto, a pesar de ser grande, es caótico y claramente insuficiente, el tráfico no difiere mucho del de cualquier ciudad colombiana y el rebusque en las calles es ídem. En lo que si difiere, por lo menos con Colombia, es que transportarse en Filipinas, es verdaderamente barato. Intermunicipalmente tienen un muy buen tren pero éste existe en una sola de las 7.707 islas que forman este maravilloso y enigmático país. Tomar el tren es solo posible en la isla norteña de Luzón y este confortable tren, con aire acondicionado, hace el recorrido entre Manila y Naga, en el sudeste de Luzón, por solo US$14, a pesar que el trayecto toma unas 14 horas.

Los Jeepneys invaden las principales vías de la capital filipina

En Manila hay transporte público variado, como en todas las grandes ciudades del mundo. Tienen un tren liviano, aunque para muchos no cumple su propósito a cabalidad, pues cuando lo inauguraron ya era pequeño para la ciudad (¿les suena familiar?), también hay buses destartalados como toda ciudad latinoamericana que se respete y por supuesto los famosos Jeepneys. Adicionalmente existen los triciclos y los pedicabs. Los triciclos te pueden llevar casi que a cualquier parte, mientras que los Jeepneys, tienen rutas fijas. En las ciudades más grandes como Manila y Cebú, el modo de transporte más común es el Jeepney, seguido por los triciclos, que son motocicletas con una cabina adjunta (side-car). El pedicab, es el equivalente al triciclo, pero en lugar de motocicleta, es una bicicleta, con una cabina adjunta. Son muy comunes en los barrios periféricos de Manila y en todos los pueblos de Filipinas.


El autor junto a un Jeepney, frente a la Catedral de Manila

Aunque el reinado del Jeepney, está cada vez más amenazado, este símbolo filipino, producto de la creatividad y supervivencia se niega a morir. Las regulaciones atmosféricas y de seguridad cada vez más estrictas en el transporte masivo van lentamente minando el futuro de este pintoresco medio de transporte. Sin duda su evolución ha recorrido un largo camino desde la 2a. Guerra Mundial, cuando los miles de Jeeps Willys, provenientes de los excedentes militares norteamericanos empezaron a ser usados como medio masivo de transporte en este devastado país, tras la invasión japonesa y la posterior liberación norteamericana al mando del General Douglas MacArthur, quien regresó, como lo prometiera, el 12 de Marzo 1942, cuando con autorización presidencial decidió escapar de Corregidor a Mindanao, para luego volar a Australia, ya que resultaba imposible cualquier intento para detener a las fuerzas japonesas en el Pacífico. 

Jeepney con A.A.; foto tomada en la Avenida Makati, Manila

Con los años, estos indestructibles Jeeps, fueron sufriendo modificaciones con el fin de acomodarse a la creciente demanda y sus carrocerías empezaron a alargarse con el fin de poder acarrear más y más pasajeros. También se cabinaron e inclusive hoy en día existen algunos con aire acondicionado.


El Arte en el Jeepney

La creatividad para la decoración de estos pintorescos vehículos es solo comparable a la de los buses y camiones de Paquistán. Sea como sea, los famosos Jeepneys filipinos representan la más sorprendente demostración del arte popular local, que puede catalogarse como rococó, barroco, arte móvil, collage sobre ruedas o simplemente grafiti sobre ruedas, pero es arte proletario sin duda.

Decoración interior de un Jeepney en Manila

De colorido exuberante y con altares a las diferentes vírgenes, nombres de madres, novias e hijos, siguen dando la guerra, a pesar que la mayoría, por no decir todos, tienen motores japoneses de combustible Diesel y sus chasises hace rato dejaron de ser los originales de los Willys.

Una multitud de lámparas y cornetas adornan este Jeepney

Expresivas imágenes son plasmadas en las carrocerías de los Jeepneys

Forrados con 2 decenas de láminas galvanizadas, con brillantes parrillas frontales, bumpers amenazantes y multitud de luces y espejos, seguirán rodando por las calles de las diferentes ciudades y pueblos de Filipinas, hasta que el creciente desarrollo que se está gestando en este país los vaya retirando de Manila y relegándolos a los pueblos y veredas de la periferia Filipina.

Mercado de la Calle Baclaran, Manila

San Pablo-Tiaong-Candelaria


La Lata de Sardinas

Este pintoresco vehículo es totalmente ajeno al confort de pasajero. Dependiendo del largo, puede albergar desde 18 hasta 30 pasajeros y el conductor hará lo posible por esperar en la estación o paradero hasta llenar el cupo antes de arrancar. No importa que los pasajeros vayan empacados como sardinas, hombro con hombro o codo con codo, todos los espacios se deben llenar. Cuando se está montado en un Jeepney, los aromas a pachulí, sudor, tufo y otros aún menos agradables, así como los roces y las caricias ‘involuntarias’, son imposibles de evitar. No falta el pervertido voyerista que acosa con su mirada, mientras las damas hacen hasta lo imposible por cubrirse y protegerse, como me lo afirmó una camarera del hotel donde me hospedaba. Según esta chica, quien me autorizó a usar su nombre para esta historia (Yolanda Estrada), el día que de Las Filipinas desaparezcan los Jeepneys, será el día en que las mujeres pobres de Las Filipinas volverán a tener dignidad. No creo que las penurias expresadas por la camarera Yolanda Estrada, en Manila, sean muy diferentes a las de cualquier ciudadana caleña que por obligación tenga que abordar los desagradables ‘Jipetos de Terrón’. ¡ Que viva el Mio-Cable !
Pedicab
Triciclo (Rickshaw)
Cualquier parecido con el Yipao colombiano es pura coincidencia.
Hasta en esto se nota la ascendencia española