Conozca el Chevrolet Convertible modelo 1949 de don Diego Mendoza Durán

Fotos Andres Arias G.
El Chevrolet 1949 Convertible de don Diego levanta su carpa
Costado derecho del Convertible 1949

El vehículo que se presenta en esta oportunidad corresponde a un modelo restaurado en su totalidad, merced a la iniciativa del coleccionista y gran aficionado don Diego Mendoza Durán, quien adquirió el convertible en esta capital hace varios años. El proceso de restauración del automóvil fue supervisado por el ingeniero mecánico Rodrigo Cruz Correa, de la ciudad de Guadalajara de Buga*. Diego compró el automóvil en 1998 y la recuperación del mismo le tomó cuatro años aproximadamente. La carpa que lo cubre fue importada de los Estados Unidos y producida por la compañía LeBaron Bonney de Amesbury, Massachussets, USA, especialistas en la materia, quienes, soportados en los mejores materiales, las fabrican artesanalmente desde hace unos sesenta años. Las cubiertas textiles que se le piden a LeBaron, para los convertibles, se pueden conseguir única y exclusivamente bajo pedido pagado por anticipado. LeBaron Bonney Co. garantiza la calidad del producto y la idoneidad del diseño, el cual es ajustado al estilo de cada auto en particular.

Odómetro del Chevrolet Convertible 1949

Las llantas, franja blanca, de la marca BF Goodrich, referencia 6.70x15, montadas sobre los rines originales del convertible, fueron importadas desde Chattanooga, Tennessee, en los Estados Unidos, sitio desde son distribuidas por la firma Coker Vintage Tires, de propiedad de Corky Cocker, próspero empresario norteamericano, también aficionado a los autos antiguos y clásicos quién, mencionamos de paso, posee un automóvil Ford Club Custom Convertible modelo 1949, igual a uno de color blanco que circula por las calles de la ciudad de Cali. La franja blanca tiene una altura equivalente a tres cuartas de pulgadas y no es sobrepuesta. Se trata de llantas de caucho blanco producidas en la fábrica constructora, conforme a moldes históricos. Se anota que en los años treinta existieron autos sumamente lujosos que tenían llantas de caucho color blanco, en su integridad. Quizás los que las pusieron de moda fueron los Pierce Arrow, de los cuales sólo hubo uno en Colombia, coche lamentablemente reexportado a los Estados Unidos. Los colombianos le colocan a sus vehículos, para aparentar la franja, un accesorio conocido como “port-a-wall”, el cual sustituye la llanta de caucho blanco y genera una apariencia agradable. Los aditamentos de tales características son un buen sustituto para evitar la adquisición de las llantas, las cuales son costosas y ya no se producen en Colombia, razón por la cual deben ser importadas desde el país del norte y como último recurso, cuando se encuentran, desde México. La tapicería de cuero fue confeccionada en Cali por “Marmolejo”, un viejo tapicero caleño, quien respetó los cánones que utilizó la General Motors Corporation en su cadena de producción, cuando el carpado salió de la planta. En la aplicación de la pintura se utilizaron materiales modernos que le dan a la carrocería del coche un sobrio y fino acabado y el tono de la época: un verde oliva oscuro que en los catálogos de las compañías americanas que producían pinturas afines figuraba como el “Neptune Green Irisdiscent”.



Debajo del capot del Chevrolet, con placas ABJ-240, se esconde un maravilloso y eficiente motor llamado el 216, seis en línea, sumamente confiable, que libera unos 90 caballos de fuerza. La velocidad máxima en carretera plana es de 130 kilómetros por hora. Al motor lo alimenta un carburador de un ventury y le suministra energía un dinamo original de fábrica. La energía es almacenada por una batería de seis voltios cuyo flujo es mantenido por un “rely” convencional producido por Delco Remy. La carpa se sube o se baja, según la conveniencia, con un par de gatos hidráulicos, semi ocultos, que son estimulados por un sistema acoplado al motor. El Chevrolet no tiene dirección hidráulica, posee frenos de campana en las cuatro ruedas y el tanque de combustible se encuentra suspendido debajo de la bodega. Posee caja manual de tres velocidades hacia adelante y reversa.
Interior de la cabina del Chevrolet 1949


El convertible de este modelo tiene accesorios técnicos comunes a los autos familiares pero, al ojo del buen conocedor, es muchísimo más atractivo. Se destacan en el tablero del elegante descubierto el radio AM y el reloj electrónico que funciona con precisión. Doña Ofelia Angel de Mendoza, la esposa de Diego, es una de las más contributivas cuando el descapotado participa en los desfiles y en los numerosos paseos y exposiciones anuales que organizan los aficionados de Cali. De hecho ella es la que más goza en las ocasiones en la que todos los miembros de la familia Mendoza Ángel se reúnen para disfrazarse, cuando tal condición es impuesta para desfilar en público. Su atuendo favorito es el de la novia recién casada.
Chevrolets 1949, nuevecitos, son transportados en un vapor desde Detroit  hasta Cleveland, en el vapor T.J. McCarthy

De este tipo de convertibles existen otros diez más en Colombia. Cuatro en Bogotá, tres en Medellín y otro más en esta capital. Los hijos de Diego: Eduardo, Andrés y Santiago, con cada una de sus respectivas, se “sodan” el descapotable cuando lo sacan a “hurtadillas” de su padre, quien se hace el de la vista gorda pues en el fondo se alegra de que sus descendientes hayan quedado inoculados con el hobby de los autos antiguos y clásicos. El Chevrolet convertible de don Diego Mendoza Durán, además de ser un auto de gran importancia histórica, ha consolidado la unidad familiar, pues todo gira alrededor del mismo.
Chevrolet Styleline DeLuxe Station Wagon “Woody” 1949
Chevrolet Coupé Hard Top modelo 1949
Chevrolet 1949 FleetLine Sedan 1949 (se transformó a “Fastback”)

Un Chevrolet Coupe 1949 DeLuxe Sport techo duro, se vendía en los concesionarios estadounidenses, en al año de su fabricación, por unos $ 1.508 dólares americanos. Se produjeron 106.282. La fabricación de descapotables fue inferior en números, pero su precio era muy superior. *Rodrigo Cruz Correa, el ingeniero mecánico mencionado en el primer párrafo, también está vinculado a los autos antiguos y clásicos desde su niñez y conserva, a su vez, dos vehículos extraordinarios heredados de su padre don Pablo Cruz: el único camión Chevrolet modelo 1926 que existe en Colombia, el cual ha sido utilizado diariamente durante ochenta y seis años en las labores agrícolas de la hacienda El Chircalito, de Buga, ubicada al pie del río Cauca y una camioneta color verde oliva, GMC pick up modelo 1953.


Publicidad en Colombia, para la época de la aparición del Chevrolet Convertible 1949