! Milagro tecnológico en la capital teológica de Colombia !

San Juan de Pasto es la capital del departamento de Nariño, en la República de Colombia. La ciudad se extiende sobre el hermoso Valle de Atriz y tiene como imponente guardián, el majestuoso volcán Galeras. Sus numerosas iglesias, monumentos, conventos y otros edificios de carácter religioso, la hacen merecedora de un hermosísimo título honorífico: ciudad teológica de Colombia. En ese bello sitio vivió el primer propietario del Ford Customline 1953, sedán, del cual hablaremos más adelante, señor Francisco Alberto Moncayo Delgado (q.e.p.d) ilustre comerciante de Pasto, quién tenía una distribuidora de rancho y licores que llevaba su propio nombre y estaba ubicada en la carrera 22 entre calles 19 y 20, en pleno centro de la ciudad. Durante 40 años el Fordcito fue el automóvil particular de la familia Moncayo Viteri y su medio de transporte habitual a la finca de su propiedad ubicada en Arboleda, Berruecos, a 90 kilómetros de la capital pastusa, por la antigua carretera (destapada) que va de Pasto a Cali. A su muerte, en diciembre de 1970, su distinguida esposa señora Magdalena Viteri de Moncayo, continuo conduciendo el automóvil con esmero y cuidado, repitiendo periódicamente los viajes que hacía en vida de su esposo. Sólo 23 años después, en 1993, doña Magdalena decidió venderle el coche al señor Franco Díaz, quién después se lo enajenó a don Aurelio Cabrera.*
Doña Magdalena Viteri de Moncayo y su hijo Luis Eduardo, con su Ford
Posteriormente, a partir de esta oxidada bomba de frenos, marca Fomoco, de la Ford Motor Company, nuestro querido y muy caro amigo Jaime Arturo Chacón Legarda, socio del My Classic Club, institución sin ánimo de lucro establecida el 17 de octubre de 1997 en la ciudad de Pasto, inició un prolongado y dispendioso proceso de restauración total, tornillo por tornillo, de su recién adquirido automóvil marca Ford Customline, el cual culminó merced a un extraordinario esfuerzo logístico y financiero que lo dejó tremendamente agotado. ¡ En efecto ocurrió un verdadero milagro ! Jaime, un funcionario adscrito a la sucursal del Banco Popular de la capital del departamento de Nariño, en la que se desempeña como analista de crédito desde 1999, es un hombre concienzudo, diligente y consecuente con su ideología, que lleva la afición por los autos antiguos y clásicos en la sangre y exuda adrenalina automovilística todos los días del año. Cuando finiquitó el proceso que tanto trabajo y esfuerzo le costó, honró la iniciativa del Obelisco Classic Car Club y debutó con su flamante coche en la 1ª. Gran Carrera de Autos Antiguos y Clásicos que organizó en Cavasa, cerca al Municipio de Candelaria, el domingo 17 de noviembre de 2010, la Fundación Fado que dirige Aníbal Aguirre Gallo, el veterano dirigente deportivo. La máquina de Jaime ocupó un honrosísimo puesto en la carrera. Incorporamos en este mensaje un seriado de fotografías, por capítulos, que son testimonio elocuente de la saga de Jaime con su Ford, al cual denomina cariñosamente “el Palomo” e incluimos el relato de su estoica aventura restauradora.
Al principio no se sabía si habría fin ¡ qué reto tan verraco!
Testimonio de Jaime Arturo. “La historia de mi Ford Customline 1953 se inició en el 2005 cuando, por casualidad, acompañé a un amigo al parqueadero del barrio Las Cuadras de la ciudad de Pasto, a retirar su automóvil del sitio. En ese momento hice el descubrimiento. El Ford estaba para la venta. Su propietario era don Aurelio Cabrera (ahora q.e.p.d.), un peluquero de tradición, quien usualmente trabajaba en el Parque Nariño, es decir, en la Plaza Mayor de la capital nariñense. Me vendió el Ford en $2.700.000 pesos colombianos, no me rebajó un solo peso y como es la costumbre dijo “el traspaso a medias”. Ahí comencé el extenso calvario del proceso de restauración pues los pisos del auto se encontraban en muy malas condiciones, las llantas parecían espejos de lo lisas que estaban, de sus asientos se salía la resortera y la carrocería estaba cubierta por varias capas de ceniza producto de las continuas erupciones del Volcán Galeras. El “maestro” que lo restauró se llama Víctor Cabrera. El trabajó durante muchos años en uno de los mejores talleres de la ciudad y puso todo el empeño para sacar “el Palomo” adelante. El proceso tomó más de tres años, durante los cuales se procedió de la misma forma como cuando va a llegar un nuevo hijo al hogar. Se consiguieron las llantas adecuadas, se cromaron los bomperes, se reparó el motor, se cambió el disco del embrague, se revisó la caja y la transmisión, se le hizo mantenimiento y sustitución de cilindros a los frenos, se arregló el arranque, se repararon las bombas de agua, se sondeó el radiador y, en síntesis, se hizo un proceso de restauración total que, entre otras cosas, tenía como objetivo poder presentar el auto, como se debe, en el Desfile de Autos Antiguos y Clásicos, evento anual de tradición en Pasto, organizado cada 31 de diciembre por el My Classic Club. Ese desfile da inicio a las fiestas más importantes del entorno nariñense, los denominados carnavales de Negros y Blancos que tienen lugar el 3,4,5 y 6 de enero, por las principales vías de la capital teológica de Colombia. Para pesar de esta comunidad del sur del país, el patrimonio automotriz fue desapareciendo, sin dolientes, entendiendo que uno de los propósitos de esta iniciativa es ejemplarizar, para que otros ciudadanos emulen el proceso y, así, la ciudad consiga un mayor número de referentes históricos para orgullo de todos. Menciono que el Ford 1953 Customline fue concebido para rendir homenaje al aniversario # 50 de la Ford Motor Company
Se desnuda lo poco que quedaba del Ford 1953
El motor agonizaba. Le aplicaron los santos óleos...
El V8 marcó 1.900.000 de kilómetros en el odómetro
Los pisos fueron maltratados por miles de usuarios
Desilusión producían la cabrilla y el tablero
...y no se diga nada de las campanas y las bandas
Lamentable estado del piso de la bodega
El sofá delantero, después de más de 50 años de uso
Así dejaron los pasajeros el sofá trasero
Estado de la resortera de uno de los sofás. Puro óxido
El interior de la máquina. El bloque,sin fisuras, se salvó
Pistones y bielas de relevo
Huella de las miles de explosiones en la culata
Se entroniza en el bloque el cigüeñal reparado
Se prepara el arranque
Se calza el bumper trasero a la carrocería
Otro ángulo de la parte trasera
Los rines y las llantas
El interior de la puerta izquierda trasera
La parte posterior del Ford
Costado lateral izquierdo del Customline
La trompa del modelo 1953
Guardabarro trasero izquierdo, campana y muelles
Chasis restaurado con la filosofía de Henry Ford
Jaime Arturo posa durante el encomiable proceso
Víctor Cabrera, el “maestro”, pule el ortopédico
Jaime A. y sus asistentes trabajaron a la intemperie
Se instala la máquina y el arnés del radiador
Se revisó la pared de fuego. Accesorios en el motor
Vista lateral de las puntas del chasis y la máquina
El trabajo se extendió a todas las piezas del auto
Se aplica y “tabletea” la base de la pintura
Se macillan los estribos y las superficies cóncavas
Se arma la trompa del carro, manual en mano
Motor y radiador son colocados en su habitáculo
Comienza la parte final del proceso

La puerta trasera es preparada para pintura
La puerta delantera esta casi lista
Se regresa al tablero y se colocan los accesorios
Se culmina el cierre de la carrocería. Ajuste ideal
En condiciones difíciles se vencieron los inconvenientes
Terminando la restauración. Pendientes los parabrisas
A los rines se les aplicó el cambio extremo...
Final Feliz del Ford 1953

Detalle del emblema de la persiana
Cabrilla, controles y radio ¡ Increíble ¡
Radio de botonera, sintoniza AM. ¡ Reloj original !
Soberbio escudo de armas, al pie del emblema del capot
! Se produce un extraordinario Milagro tecnológico en la capital teológica de Colombia !
Perfil perfecto del Customline. Comó recién salido de la fábrica en Detroit, al pie del río Rojo
La familia Chacón, incluyendo la perrita “Sofía”, se congregó el día en que se produjo el Milagro.

La aventura de Cavasa

Jaime en los pitts de Cavasa, junto al Corvette de José Rafael Ortiz
Compitiendo en la pista de Cavasa contra el Simca pastuso
Jaime levanta la merecida corona de laurel, merced al esfuerzo realizado
No es nada extraño para un pastuso tener la tendencia a participar en carreras y rallys, pues fueron los primeros colombianos en conocer este tipo de afición, cuando en 1948 ocurrió la llegada del 1er Rally Buenos Aires-Caracas, ganado por Oscar Galvez. Junto a él trae la memoria a Domingo Marimón y Víctor García. Luego se programó la carrera Quito-Caracas en la que se recuerda a la venezolana doña Bárbara y el Circuito Gran Colombiano. En este último participaron dos nariñenses que dejaron historia dentro del deporte automovilístico: Zuñiga y Ceballos, pilotos de un Ford de 1936.* Píldoras y fotos históricas Jorge Eliécer González Martínez


Coletilla

El Ford 1954, soberbio automóvil conservado por don Carlos González, del Club Clac de Bogotá