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El Escándalo Honda

Por: Francisco Mejía-Azcárate
Buscando sobre que escribir para una historia futura en estos tiempos de cuarentena, me crucé con un artículo del diario ‘Automotive News’, con una tormentosa historia, que yo desconocía, y que por lo visto en algo alcanzó a manchar la imagen de honorabilidad de ‘American Honda Motor Co. Inc’., durante la década de 1990.

La empresa ‘American Honda Motor Co. Inc’., se fundó originalmente para comercializar la Honda Super Cub, pero pronto se pudo comprobar que en Estados Unidos preferían los automóviles a las motocicletas.

1959 – Así, en este modesto edificio, con ocho empleados, nació ‘American Honda Motor Co. Inc’., en Los Ángeles
En este diario, la periodista describe con extraordinario detalle la sórdida historia con una perspectiva y autoridad de este que se convertiría en el mayor caso de corrupción empresarial en los Estados Unidos hasta ese momento, que solo puede proporcionar una veterana profesional como Lindsay Chappell. En uno de los apartes del juicio que se llevó a cabo, uno de los involucrados confiesa que en esta trama "él no era precisamente uno de los niños del coro".


Durante un período de 15 años, una pandilla de codiciosos funcionarios estadounidenses de ‘American Honda Motor Company’, habían recibido más de US$ 50.000.000 en efectivo y obsequios de concesionarios de automóviles ansiosos por obtener suficiente inventario y franquicias adicionales de Honda. El botín mal recibido incluyó maletines llenos de hasta US$ 750.000 en efectivo, casas palaciegas, automóviles alemanes de lujo, y quien sabe que otras veleidades.

Como consecuencia de semejante escándalo, Honda se vio obligada a erradicar los niveles superiores de gerencia corporativa y a los directores nacionales de ventas en Estados Unidos, así como cancelar de tajo su relación con todos los concesionarios involucrados en el reparto de sobornos. Casi dos docenas de acusaciones resultaron en sentencias de cárcel y generaron una demanda colectiva de otros postulantes a quienes no se les asignaron concesionarios porque no estaban dispuestos a sobornar. Por eso, entre 1994 y 1997, 18 ex-ejecutivos de ‘American Honda Motor Co. Inc’., junto con otras cuatro personas, así como el concesionario más grande de los Estados Unidos, fueron condenados por fraude federal y cargos de crimen organizado, mandando a la mayoría a prisión.


Aunque no es fácil condensar todo el artículo trataré de hacerlo para Uds, porque la historia tiene tanto de sórdida como de apasionante. Partiendo de la base que Honda ha sido considerada desde siempre como una de las compañías más honorables y respetadas del mundo, no pudo evitar que personas inescrupulosas la metieran en un lío épico que avergonzó de manera irrefutable a sus directivos japoneses ante el mayor mercado del mundo. Inexplicablemente, Honda despidió tardíamente a ejecutivos estadounidenses envueltos en este crimen en 1992, e intentó mantener el escándalo en secreto, hasta que un ambicioso fiscal adjunto de un pequeño pueblo decidió investigar y todo salió a la luz pública.

Solo para mostrar cuán complicado de manejar puede ser un buen producto con incontables atributos cuando la avaricia y la deshonestidad se interponen en el camino, debemos entender que en 1986, las luces más brillantes de Honda eran Jack Billmyer, Rick Hendrick y Frank Borman…. Veamos la historia de estos tres personajes y su participación en todo este embroyo:

Jack Billmyer, de 1.93 mts de estatura, un eterno enamorado de los automóviles, fue una persona clave en la creación de la red minorista de Honda en la década de 1970.

Jack Billmyer en 1995
Él, a pesar de su brusca personalidad, alimentó el imparable crecimiento de Honda, ejerciendo como Director de Ventas durante la década de 1980. Cuando intentó retirarse en 1985, los nipones decidieron proponerlo para encabezar un proyecto adicional de carácter muy especial: escoger e inscribir a los concesionarios Honda para lanzar una franquicia llamada Acura.

Rick Hendrick, tuvo tanta suerte con sus concesionarios de automóviles y se encumbró tan rápido como sus inigualables equipos de carreras de NASCAR. Su popularidad en el sur del país lo ayudó a convertir a Hendrick Automotive Group, en el minorista de automóviles más grande de Estados Unidos, en una era anterior a AutoNation y Sonic. Para darnos cuenta de su magnitud, en diciembre de 1993, la revista Forbes clasificó a Hendrick Automotive Group, con 3.600 empleados en el puesto número 82 entre las 300 compañías privadas más grandes de Estados Unidos, muy por encima de su clasificación en el puesto 234, solo un año antes cuando tenía ingresos cercanos a los US$ 1.000.000.000.

Fotografías que muestran al Sr Rick Hendrick en 1991 y 2019
Frank Borman, el mítico coronel Frank Borman, un astronauta multi-misión que se convirtió en héroe estadounidense cuando llevó al Apolo 8, a la primera penetración de la raza humana en el lado oscuro de la luna. Borman, quien había dirigido Eastern Airlines en tiempos difíciles y era el tipo de líder icónico cuya afiliación como concesionario Honda en el estado de Nuevo México le dio prestigio a la marca y una identidad totalmente estadounidense.

Frank Borman en 1968 y 2013
Las semillas del escándalo se sembraron a principios de la década de 1980, cuando los automóviles japoneses tenían una gran popularidad entre los ‘baby boomers’. Por ese entonces, se consideraba que la calidad del sedán familiar Accord de Honda era tan alta que muchos estaban dispuestos a pagar hasta US$ 2.000 por encima del precio de la etiqueta, con tal de hacerse a uno. Con esa atmósfera circulando nacionalmente, los concesionarios Honda se volvieron extremadamente valiosos, y los ejecutivos de la sede de ‘American Honda Motor Co. Inc’., en Torrance, California, tenían el poder de otorgarlos.

Sede de American Honda Motor Co. Inc’., en Torrance, California
"Estos muchachos probablemente se atribuyeron el éxito de Honda y decidieron que tenían derecho a más compensación", dijo C.R. Brown, director de operaciones de Daihatsu America, con sede en Los Alamitos. "Y evidentemente encontraron una vía para hacer eso".

Pudo ser también que las políticas comerciales de los Estados Unidos alimentaran la fiebre por los autos japoneses. Lugo de la crisis del petróleo de 1973, la industria automotriz estadounidense fue sacudida desde sus cimientos porque no estaban preparados para ofrecer automotores realmente económicos, con un rendimiento acorde a los nuevos precios de la gasolina, sin embargo, las automotrices japonesas, que hasta el momento eran relativamente desconocidas en los Estados Unidos, si los tenían y presentaron una gama de marcas y modelos verdaderamente envidiable, lo que tuvo un costo enorme en la colosal industria americana. Entre todos los modelos ofrecidos por los productores japoneses había un modelo en particular que eclipsó a los estadounidenses, el Honda Accord.


Luchando desesperadamente por un trozo del pastel muchas automotrices tradicionales desaparecieron y las tres grandes de Detroit: General Motors, Ford y Chrysler, estaban a punto de sucumbir. Finalmente, las tres grandes buscaron protección comercial de las importaciones japonesas, y con la angustia de ir a perder semejante mercado, los productores japoneses aceptaron un acuerdo de restricción de importaciones voluntario, haciendo que la competencia del comprador por los autos más apetecidos se hiciera más intensa.


Veamos uno solo de los casos para deducir toda esta trama: No mucho después que Donald Carlton fuera elegido para abrir un nuevo concesionario Honda en Puyallup, Washington, viajó al sur de California para agradecer personalmente a James Cardiges, vicepresidente senior de ventas de la compañía. Según el FBI, los dos hombres se reunieron en el bar de un hotel de la ciudad Laguna Niguel, y Carlton le entregó un maletín que contenía US$ 250.000 a Cardiges, quien escondió el efectivo en el ático de su fastuosa casa, avaluada en unos US$ 770.000 en Laguna Hills, California.

El pago de primas extras y sobornos no es desconocido en la industria automotriz, particularmente cuando surge la demanda por un producto específico al cual denominan ‘caliente’. Toyota se ha enfrentado varios escándalos en las últimas dos décadas, y la corrupción golpeó muy fuerte a algunos fabricantes de automóviles de Estados Unidos, después de la 2da Guerra Mundial.

Volvamos al grano, así como Donald Carlton y James Cardiges, ‘hacían negocios y se compensaban mutuamente’, esa práctica se extendió durante unos 15 años, hasta que llegó el turno de Jeff Cannole, Gerente General de “Borman Honda” en Las Cruces, Nuevo Mexico, quien se negó a pagar. Cannole quien se había pasado su vida en el negocio automotriz, incluidos cuatro años trabajando en la distribución de vehículos para General Motors, antes de convertirse en un socio operativo en el negocio de Borman. Cannole inmediatamente sospechó del principal competidor de Borman en El Paso, Texas, cuyo inventario de vehículos era consistentemente mejor que el de ellos. "Sabía lo que estaba pasando", recuerda Cannole, hablando desde su concesionario de Nuevo México. "Era bastante obvio para muchos de nosotros”.

Actualmente existe Borman Honda y Borman AutoPlex (Ford, Lincolm, Honda & Hyundai) - Las Cruces, Nuevo México
Luego de discutir el tema con Frank Borman, idearon un plan: El héroe estadounidense, Frank Borman, lideraría a un ejército de concesionarios agraviados que demandaron a Honda, exigiendo una restitución económica compensatoria por más de una década de deshonestidad y oportunidad perdida. La demanda de Borman se convertiría en el reclamo principal en una demanda colectiva que le costaría a Honda la extraordinaria suma de US$ 390.000.000 para llegar a un acuerdo final y definitivo.

Al final del juicio, solo por mencionar dos hombres que habían sido claves para el posicionamiento de Honda en el mercado estadounidense como Jack Billmyer y Rick Hendrick, sufrieron las siguientes consecuencias: Billmyer fue condenado a 5 años de prisión por lo que los fiscales federales llamaron “un esquema de crimen organizado a nivel nacional que involucraba sobornos de distribuidores y fraudes en fábricas”, y Rick Hendrick se declararía culpable de cargos criminales y sería despojado del control administrativo de su imperio minorista.

Actualmente, muchos se preguntan, incluido yo, cómo Honda, una compañía tan pulcra, conocida por seguir su propio camino hacia la excelencia general, con una gama de productos tan extraordinarios pudo permitir que una empresa ilícita de tal magnitud no fuera detectada y controlada a tiempo. (¿?) Quizás nunca sabremos la respuesta, lo que sí sabemos es que definitivamente este escándalo marcó una estrella negra en la imagen de Honda, cuyo automóvil Accord fuera el auto más vendido en Estados Unidos en los años 1989 (362.707 unidades), 1990 (417.179 unidades) y 1991 (399.297 unidades) y cuyos vehículos y concesionarios en general han tenido una reputación impecable de calidad y servicio al cliente desde el día uno.

La defensa argumentó que en la alta gerencia de Honda en Japón, se hicieron los de la vista gorda a los sobornos, y que el soborno era una política casi que implícita, aunque no oficial, de la compañía y, por lo tanto, no constituía un delito. En un comunicado entregado a la prensa en su momento, la compañía dijo que estaba "indignada y entristecida" por las actividades criminales y las denuncias recibidas. Pero los funcionarios se negaron a responder preguntas específicas, citando la investigación federal que estaba en curso.