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Historia del Corvette que permaneció en una bóveda…

Investigación y edición Francisco Mejía-Azcárate
Este Chevrolet Corvette, modelo 1954, perfectamente conservado, tiene una historia muy particular. El automóvil fue comprado nuevo de agencia en 1954, por el magnate de los supermercados Richard Sampson y conducido eventualmente por él, hasta 1959, año en el que Sampson decidió guardarlo. Que lo hubiese guardado como miles de estadounidenses guardan sus preciosas joyas automovilísticas vaya y venga, pero este Corvette, que para la fecha de su encierro, tenía 2.331 millas en el odómetro, fue confinado a una bóveda, mandada a construir especialmente por el señor Sampson, en ladrillo y mortero, en una de sus tiendas de la ciudad de Brunswick, en el Estado de Maine. Así fue como uno de los 3.640 Corvettes fabricados en 1954, permaneció escondido durante 27 años.


Chevrolet Corvette modelo 1954
El carro se hizo famoso en 1976 cuando el investigador y escritor automotriz Ken Gross escribió sobre él mismo en “Special Interest Autos Magazine”, pensando que tendría que esperar 25 años para contar el resto de la historia. La idea del señor Sampson era que este carro sería sumamente valioso en el futuro y debía estar guardado hasta el año 2000, pero esa orden la anuló antes de morir en 1969, permitiéndole a su hija Cynthia retirarlo de la bóveda, si ella vendía el edificio. El edificio fue vendido en 1982 al distribuidor de automóviles Frank Goodwin, pero el carro permaneció en la bóveda hasta 1986. Cuando llegó el momento oportuno el Corvette fue liberado por la señora Cynthia Sampson, quien supervisó la labor que desempeñaron dos trabajadores, al retirar ladrillo por ladrillo de la pared de la bóveda. Luego de que el carro vio la luz, la señora Sampson, se lo llevó a su casa en Daytona Beach, Florida, donde lo tuvo aparcado en la sala de su residencia hasta 1996.

Vista del Corvette, en 1986, a través de una ventana de la bóveda, antes de que fueran removidos los ladrillos de la pared, dónde estaba confinado
Una característica interesante de este carro era que venía con el denominado “Special Edition Package”. Fue fabricado con todos los extras que ofrecía el fabricante en la época, incluyendo la transmisión automática “Powerglide” de dos velocidades, la cual tenía la intención de brindar el mejor desempeño posible. Como decía el comercial de la época “Lo fabricaron para que se conduzca como un ángel y cada onza de peso está distribuida exactamente donde le corresponde para que el equilibrio sea perfecto". Con estas palabras se intentaba describir la sutileza de sus líneas, lo elegante, eficiente y resistente que era, a pesar de ser tan liviano.

El Corvette en el momento de entrar a la residencia de la señora Sampson, donde permaneció por 10 años, en la sala de la casa
Foto de la señora Sampson y su hija, con el Corvette, mientras el vehículo adornaba una de las salas de su casa en la Florida
En su interior, de color rojo, el tapizado y la alfombra permanecieron casi que inmunes al tiempo y aún hoy se ven muy bien. La carrocería, ya no luce tan blanca como antes pues con el tiempo se ha ido tornando color crema, muy seguramente como consecuencia de la oxidación de los productos químicos usados para fabricar la carrocería de fibra de vidrio; también podría ser esta la razón por la que la carrocería ha desarrollado una serie de pequeños granos en diferentes áreas. Bajo el capó, este Corvette de 1954, guarda casi intacto el motor Chevrolet "Blue Flame" de seis cilindros y 155 HP, con su distintivo color azul ‘blue-jean’ en el bloque.

Interior del Corvette de 1954, del señor Sampson, en muy buen estado de conservación
Motor de 6 cilindros en línea del Corvette guardado en la bóveda
En 1996 alguien que conoció la historia le ofreció compra a la señora Sampson en repetidas ocasiones, hasta que la última accedió a venderlo. La suma por la cual la señora Cynthia Sampson vendió el carro no está clara, aun cuando algunos especulan que la cantidad fue cercana a los US$ 70.000 y que además el comprador firmó una clausula donde se comprometía a mantener el carro guardado bajo techo y sin restaurar por los próximos 10 años. Pasados 17 años, las clausulas firmadas por exigencia de la señora Sampson, ya no tenían vigencia, así que el segundo y enigmático dueño del carro decidió que ya lo había tenido suficiente tiempo y decidió subastarlo. El 19 de enero de 2013, el carro fue presentado en la subasta de Mecum’s Kissimmee, en Osceola Heritage Park en Kissimmee, Florida. Se esperaba venderlo entre US$ 175.000 y US$ 225.000, pero el martillo cayó mucho antes en unos (US$ $100.000), de tal forma que el vehículo no pudo ser vendido.

Enero de 2013. Fotografía del Corvette de la bóveda, en su primera subasta, en la cual no alcanzó el precio de reserva
Fotos del Corvette 1954, en el garaje de Subastas Mecum’s Kissimmee, en enero de 2013
Meghan Gaines, el coordinador de espectáculos de “Subastas Mecum’s Kissimmee”, dijo que esta era una subasta con “reserva”, es decir: el vendedor establece la cantidad de dinero que quiere por el carro y si la cantidad ofertada no alcanza la cifra establecida por el vendedor, el carro no se vende y puede llevárselo de vuelta a casa, pero si la oferta se acerca a la reserva establecida, el vendedor puede abandonar la reserva y vender el vehículo a quien hizo lo mayor oferta. En ambos casos, el comprador, debe pagar el 10% del valor del carro a la casa de subastas, es decir si el carro se vende por US$ 150.000, quien lo compra debe sumarle US$ 15.000 a ese valor, dinero que corresponde al costo de la comisión. ¡A la tercera vez, va la vencida! Después de no haberlo podido vender durante dos subastas consecutivas en 2013, este famoso Corvette, que estuvo 27 años sepultado, se vendió el sábado 25 de enero de 2014 por la suma de US$ 80.000. Lo paradójico de esta negociación es que en la primera subasta de enero de 2013, en Mecum’s Kissimmee, la oferta subió hasta los US$ 100.000 y el dueño se abstuvo de venderlo, porque no se había alcanzado el valor de la reserva. En junio de 2013, en la subasta de Bloomington Gold, realizada también por la casa de subastas Mecum’s Kissimmee, la oferta más alta fue de US$ 99.000, por lo que no se alcanzó el precio de reserva y sin embargo, el 25 de enero de 2014, el propietario retiró la reserva y esta vez el martillo solo llegó a los US$ 80.000 y el propietario anónimo tuvo que dejar ir el ahora famoso Corvette.

Hermosa vista del interior del Corvette de la bóveda, modelo 1954
“Así son las cosas en el mundo de las apuestas y una subasta es una apuesta”, dijo Fred Kornblitz, un comprador y vendedor habitual de autos en las subastas que se dan por todo el Estado de la Florida. Agregó luego el señor Kornbliz, “nadie sabe las necesidades de nadie, pero sí es muy extraño que el propietario haya quitado la reserva, porque dos veces antes había visto que las ofertas no habían pasado de los US$ 100.000”. Esta es pues la historia de este bello carro, que seguramente es el Corvette más antiguo, con el menor recorrido en el mundo. No sabemos si el nuevo dueño lo mantendrá en su estado original o lo restaurará, lo que sí sabemos es que lo compró en un precio muy razonable, dado su estado de conservación y su curiosa y valiosa historia..