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El Cuarteto Binacional de los Volkswagen, en palabras de sus propietarios...

 VW 1960 / Andrés Sebastián Ponce (Quito)

Esta es su Historia
“Hola, soy Andres Sebastián Ponce de Quito, entusiasta y apasionado de los Escarabajos. Presento mi Volkswagen bicolor. Tiene el motor original 1100cc de 25hp, aún sin repararen febrero de 2007 compre este VW Beetle sedan de 1960, en la costa de Ecuador; en Milagro cerca a Guayaquil. Me llamo particularmente la atención el buen estado y las líneas aún impecables que tenía el auto, así como las lámparas con inscripción Bosch y posteriores Hella originales y los retrovisores. Y ni hablar del motor 1100cc de 25hp con el que vino; eso me hizo pensar que realmente tuvo un buen dueño; mi trabajo fue desarmar completamente el auto e ir armándolo parte por parte y pieza por pieza; mantuve todos los detalles y agregué algunos otros que son clásicos y de la época, obviamente era una aberración descartarlos; como el grifo del tanque de gasolina con mando hacia la cabina, asientos, todos los cromados y accesorios posibles de la época, tanto en interior como exterior; emblemas, insignias; aros, tapacubos y demás; en el tema mecánico fue cambiado todo lo referente a la suspensión y el chasis y personalizado con detalles de cromo y pintura electrostática. Es una delicia tener un “ragtop” color “tan”, en “canvas”, simplemente exquisito; de igual forma el motor, tuvo un “make up” completo en base a negro y gris mate electrostático y cromo; no es un motor en el que se pueda hacer mayor cosa en repotenciación, pero llegue hasta donde se puede, coloqué un header single quiet, distribuidor Bosch 009 con modulo electrónico y power pulley. Realmente para lo antiguo que es el motor anda súper bien; claro que siempre estará en la mira el tener bajo la tapa del motor unos 150 HP para que ande lindo el “sartén”; pero posiblemente para el próximo proyecto se de; mientras tanto disfruto a lo máximo de mi vocho café bicolor.”

Si deseas comunicarte con Andrés Sebastián escríbele a: andresponceb@gmail.com


EL SIMETRICO FRENTE DEL VOLKSWAGEN 1960 DE ANDRES SEBASTIAN PONCE

FLANCO IZQUIERDO DEL VOLKSWAGEN QUE APARECIO EN MILAGRO, ECUADOR
LA IMAGEN DEL VW 1960 OPACA EL PAISAJE ANDINO ECUATORIANO
IMPECABLE COLA DEL VOLKSWAGEN GED-532 MATRICULADO EN ECUADOR
EL VOLKSWAGEN, PINTADO A DOS TONOS, GENERA UNA GRAN DIFERENCIA VISUAL


VW 1960 / José Miguel Arcos (Quito)

Esta es su historia
“Mi afición por los escarabajos comenzó muy temprano, yo creo que porque en mi familia siempre hubo uno o varios circulando. De hecho algunos de mis primeros recuerdos tienen que ver con el escarabajo de mi padre, o el de mi abuela. Mas o menos a los 15 años, llegó a mis manos una revista especializada en Volkswagen, entendí entonces los principios básicos, como que los anteriores al 66 tenían más valor y que el hecho de ser de origen alemán le daba más puntos. En ese entonces tenía identificados en las cercanías de mi casa algunos escarabajos antiguos, uno color azul del 65 que estaba en perfecto estado, cuyo dueño tenía ya una edad avanzada y el auto no se movía del fondo de un garaje cubierto. Otro del mismo año color beige que lo utilizaban a diario y uno color verde del mismo de la refrigeradora de mi abuela, que estaba en el patio de una casa y se notaba que no se había movido en muchos años. En mis salidas en bicicleta, que era el único medio de transporte que podía pagar en ese entonces, procuraba pasar por estos tres lugares, y de vez en cuando hacer algunas averiguaciones con los vecinos. No tenía idea como pagaría por uno de ellos en caso de que los vendieran, pero me tranquilizaba saber que seguían en su sitio. Un par de años después, ya cerca de graduarme, recibí un regalo de mi abuela. Era un buen regalo de graduación, pero era más o menos la mitad de lo que necesitaba para comprar un escarabajo en estado regular. Mi insistencia debe haber sido mucha, ya que mi padre accedió a hacerme un préstamo, el cual pagaría con mi primer trabajo después de salir del colegio. Como por arte de magia, el escarabajo beige apareció en esos días con un letrero de venta. Literalmente arrastré a mi padre a verlo e inmediatamente nos recibió el dueño. El estado del auto era muy bueno, y el precio era alto. La capacidad negociadora de mi padre contrastaba con el enorme ímpetu que genera en un adolescente su primer auto, pero él pudo más y no cerramos el trato. Sorpresa la que tuve al día siguiente al ver que uno de mis profesores lo había comprado. No había razón alguna para mi mala actitud posterior, pero no le volví a dirigir la palabra hasta varios años después. Me di entonces a la tarea de hacer averiguaciones del escarabajo azul. No sé si era la emoción mezclada con la falta de experiencia pero juro hasta el día de hoy que era el auto mejor conservado que he visto. Lo único que había que quitar eran unos cuantos años de polvo, pero hasta la pintura era la original. Pude contactarme con uno de los hijos del dueño original que era un médico que lo había comprado en el almacén en el año 65. Descubrí que todos sus hijos se disputaban el auto y casi se sentía que estaban esperando a una próxima “repartición” de bienes para ver quién se quedaba con el escarabajo. Ni hablar de venderlo. La última opción era el mucho menos cuidado escarabajo verde “refrigeradora de abuela”. Lo fui a ver unos días después y ya no estaba. No podía creer mi mala suerte, por varios años no se movió de su sitio, y justo cuando había una remota posibilidad de comprarlo, el auto desapareció. Esos meses la idea pasó a un segundo plano por lo complicado de la época. Exámenes, ingreso a la universidad, trabajo, fiestas, todo lo que se vive a los 18 hicieron más difícil pensar en un auto, pero a la vez no podía dejar pasar esa oportunidad de tener mi propio medio de transporte, mi pasaje a la libertad. Ya un poco más tranquilo, comencé a buscar en los anuncios del periódico, hasta que encontré un aviso de un escarabajo año 60 en excelente estado, al menos eso decía el anuncio. Otra vez convencí a mi padre de que me acompañara a verlo y después de mucho insistir accedió. La dirección estaba en pleno centro histórico de Quito, y después de transitar un buen rato por angostas y empinada calles de piedra, vi un escarabajo antiguo medio mal paqueado en la calle. El mismo color verde agua pero mucho más vivo. El auto no estaba de lo mejor, pero servía. Mi padre como siempre cauteloso, no hizo ninguna oferta pero hizo una cita para verlo al siguiente día en el taller del mecánico de confianza. No creo que haga falta decir que esa noche no pude dormir. Al siguiente día esperamos al dueño que a mi modo de ver no llegaba nunca. “Aterrizó su nave” y el mecánico procedió a la inspección. Su veredicto fue que mecánicamente no estaba mal, pero que los pisos estaban podridos y no recomendaba la compra. Yo creo que mi padre se dio cuenta de que podría aprender un par de cosas de mecánica con un auto en ese estado entonces decidió cerrar el trato. Esa misma tarde me fui a enseñar mi “nave “ a mis amigos, y tal era la emoción que no regresé hasta el siguiente día. Para ellos significaba un modesto medio de transporte, pero mara mi era mi muy especial escarabajo alemán del año 60.

El primer arreglo me costó mi bicicleta, y estuve financieramente encadenado por dos años, pero las satisfacciones que me dio en esa época mi vocho (que es como lo llamo), no tienen precio. Novias, amigos, fiestas, decepciones, en fin, todo lo que un joven activo vive en esa época lo viví en mi auto. Varios años después me encontré con el hombre al que le compré el auto, y al fin me contó la historia. El dueño original había sido un médico de apellido Donoso. Su ex suegro, que lo compro en el año 60 por 25.000 sucres, el equivalente a más o menos 3.000 dólares de ese entonces (yo lo compre en el año 96 por 500.000 sucres, o 2.500 dólares en ese año). Lo utilizó regularmente hasta el año 81, que fue cuando una avería en el motor causó que lo guardaran. En el año 96, poco después de la muerte del dueño original, su yerno se dio a la tarea de hacerlo funcionar, pero un divorcio pocos meses después solo le dejó el VW. Su ahora ex esposa quería el dinero del auto, y es por eso que salió otra vez a la venta. Muchas cosas pasaron en esos años, y mi afición y mis conocimientos se fueron expandiendo a otras marcas y modelos de autos. Un día se presentó una buena oportunidad y vendí mi vocho. Mi madre alarmada por mi repentina decisión me dijo que ella mejoraría la mejor oferta que me hicieran y así fue, ella lo compró por un precio alto para que el querido vocho se quedara en casa. Pocos días después se lo regaló a mi hermano menor quien en honor a la verdad lo cuidó bastante bien. Pocos meses después, en media labor de restauración de un Karmann Ghia, me dí cuenta del error cometido. No porque el auto tuviera un valor monetario especial, sino más bien por su valor sentimental. Me demoré dos años en convencer a mi hermano de que me regresara el auto, pero lo logré. Varios años pasaron de temporadas de uso y no uso del auto. Ya no lo necesitaba porque tenía otros autos, pero le tenía un enorme cariño. Hace cuatro años ingresé al Club de Autos Clásicos del Ecuador, donde a pesar del buen recibimiento de todos los socios, me di cuenta de que mi auto no estaba a la altura de los otros exponentes. Entonces un día comenzó la tarea de restaurarlo, el vocho se lo merecía después de tantos años de buen servicio. Esta labor no debía ser superficial, sino que debía ser perfecta. El auto se desarmó hasta el último tornillo. Todas sus piezas fueron restauradas o reemplazadas conservando un estricto apego a la originalidad. Por supuesto esto requirió de un esfuerzo enorme en cuanto a la búsqueda de piezas originales en los talleres locales o en Estados Unidos. Si hubiera sabido en lo que me metía, probablemente no lo hacía. Hay que resaltar que la restauración no se hizo en un taller especializado, sino que lo hicimos en un espacio adecuado en una fabrica propiedad de mi padre, y se contrataron algunas personas para que las reparaciones las realizaran ahí mismo, bajo nuestra cercana supervisión. En el proceso mi padre y yo armamos casi todo el auto, reconstruimos piezas, soldamos y ajustamos casi todo. Un promedio de 2 horas diarias por más de un año. Llegó justo a tiempo, una semana después del nacimiento de mi primer hijo, logré resucitar a mi vocho. La cantidad de historias que puede contar ese auto podrían hacer un libro, la cantidad de amistades relacionadas con el auto de una u otra forma y la aventura en la que mi padre me ayudó desde el comienzo no tienen precio. Poco tiempo después revisando unos álbumes de fotos encontré una fotografía de mi padre en su juventud en un paseo con sus amigos en un auto exactamente igual. En ese momento entendí varias cosas. Faltan unos pocos detalles, pero si lo completo inmediatamente, seguro me aburro. Al día de hoy el vocho ha participado en varios rallyes y siempre llama la atención de la gente incluso más que algunos autos mucho más especiales, y esto se debe a que casi toda la gente tiene alguna historia que contar relacionada con un VW. El vocho sigue haciendo muchos amigos”

Si deseas comunicarte con José Miguel escríbele a josemiguelarcos@hotmail.com

PREPARANDOSE PARA EL RALLY DEL CLASEC, AL PIE DEL LAGO DE YAHUARCOCHA
 OTRO PERFIL DEL VOLKSWAGEN 1960 EN EL MISMO LUGAR
ESBELTA FIGURA POSTERIOR DEL VOCHO DE JOSE MIGUEL ARCOS

VW 1956 / Luis Guillermo Pasmin Llanos (Cali)

Esta es su historia
“Mi admiración por los VW nació hace algún tiempo, siempre había querido ser propietario de un vehículo de estos, pero solo hasta hace un par de años fue cuando me decidí a obtenerlo. Camino hacia mi casa observaba como estaba abandonado un automóvil rojo, desconocía su modelo pues en ese momento no pasaba de ser, como anteriormente dije, una admiración, ignoraba los detalles que guarda cada uno de estos vehículos. Un día me encontré con su propietario y después de conversar un largo rato sobre la procedencia y estado del automotor, logramos llegar a un acuerdo económico, con el precio de $3.800.000.00 pesos colombianos, unos 1900 dólares americanos. En ese momento mi conocimiento por estos maravillosos autos no era mucho. Comencé a contactar personas que conocían y sabían sobre el tema así mismo en internet y revistas sobre los detalles del modelo 1956, fue entonces donde descubrí que tenía un oval y decidí entonces iniciar el proceso de restauración. Para iniciar este proyecto de restauración me recomendaron al señor Emilio Jiménez, con amplia experiencia en lámina y pintura. Entonces lleve mi Volkswagen modelo 56 a su taller, fue cuando me dijo que tardaría unos 6 meses en concluirlo. No entendí en ese momento como demoraría 6 meses, hasta que en la primera visita encontré mi auto literalmente desbaratado. Poco a poco fueron apareciendo las partes que requerían cambios y con el señor Jiménez nos pusimos en la terea de buscar de taller en taller los repuestos originales que hacían falta, por otro lado investigaba por internet sobre los detalles tanto interiores como exteriores y los fui pidiendo a Estados Unidos pues allá se consiguen más económicos que en Colombia. Pero no lograba encontrar el repuesto que para mí era el más emblemático del modelo 56, las direccionales de bandera que salen lateralmente del paral situado entre las ventanas delanteras y traseras. Este tal vez fue el repuesto mas difícil y costoso de encontrar. Con todo este proceso ya habían pasado 4 meses y apenas estaba viendo el progreso. Al mismo tiempo, contacté a Nelson “el paisa”, con quien elegimos el diseño y mejor color para la tapicería, el toque final para tener el carro que había imaginado. Un trabajo de mecánica, latonería, pintura, arte y amor de un equipo apasionado por su trabajo que concluyó a los 6 meses y que ahora disfruto y puedo compartir con ustedes”

Si deseas comunicarte con Luis Guillermo escríbele a pasmin64@hotmail.com

LA PARTE MECANICA NO OFRECIA EXPECTATIVAS DE NINGUNA INDOLE
 LO QUE DEJO EL MALTRATO EXTREMO: PURA CHATARRA
AL POBRE “HERBIE” LE QUEDABAN POCAS HORAS DE VIDA.DESTINO FINAL: LA SIDERURGICA
SINONIMO DE UN AUTO ABANDONADO ES QUE SIEMPRE TERMINA EN UN TALLER SIN TECHO
SINTOMA DE MILES DE AGUACEROS TROPICALES E INUNDACIONES DEL RIO CAUCA
EL MARTILLO DEL LAMINADOR NO DESCANSO HASTA RECUPERAR LA ARRUGADA LAMINA
 EMPIEZA LA RESTAURACION. SE VISLUMBRA LA SALVACION DEL VEHÍCULO
COGE CUERPO EL PROYECTO. LA CAJA, LA MAQUINA Y EL CHASIS
SOLO UN RESTAURADOR COMO PASMIN LLANOS PUEDE GENERAR LA RESURRECCIÓN
LA CABINA RECUPERA EL ESPLENDOR, CON SU FLORERO DE RIGOR
LA MAQUINA OCUPA POR 1ª. VEZ, EN EL ESTADO QUE LO MERECE, SU HABITACULO

LA CAJA DE HERRAMIENTAS, COMO SALIO DE LA FABRICA EN ALEMANIA, EN LA POSTGUERRA

VW 1966 / Alvaro Dávila Paz (Pasto, Colombia)

Esta es su Historia

* In Memoriam de Arnulfo y Teresita

“Siempre estuvo en mi casa, siempre lo vi, ahí estaba, nunca lo sentí...Porque digo esto? Les voy a contar la historia de mi Volkswagen modelo 1966. Es la historia más linda y hoy en día es mi Volks, mi consentido, lo veo , lo miro, lo limpio, lo saco a pasear y lo más importante lo siento, como les decía. Sentir un auto antiguo es sentir que es parte de mí, es sentir que lo quiero. Este Volkswagen fue comprado en 1966 por mi Madre, su primera dueña. Recuerdo que mi Padre siempre le decía que le había regalado este auto para que saliera a hacer las compras, para que saliera a hacer el mercado de la casa, yo no presencie ese momento, pero en mi vida siempre salía el tema de porque este Volks estaba en mi casa. Lo compró mi Padre porque en ese entonces era un carro muy pequeño, feo, y barato, contaba mi Madre que en ese entonces nadie le hacía caso a un auto que tenía cara de “escarabajo”, mientras los autos de ese entonces eran grandes espaciosos, agradables, con motores de los cuales hacían gala sus dueños, entre mas grandes mas status, así lo creo yo. El Volks fue comprado en $ 6.000 pesos y desde entonces está en mi casa, siempre fue el consentido de mi Madre, nunca lo prestaba, solo para que le hiciésemos mantenimiento (cambio de aceite, cargar la batería, aire para las llantas etc.) Tengo cinco hermanos y ninguno de ellos le hizo caso al pobre Volkswagen que siempre ocupaba el lado más pequeño del garaje. Cuando yo lo necesitaba me tocaba hacerle antesala a mi madre para que me lo prestara. En el transcurso de la vida y desde 1966, este Volks sufrió cambios, que son normales, como el tapizado de los asientos, cambio de las plumillas por unas más grandes, cambio de llantas, etc., pero eso si nunca perdió la esencia de su originalidad, el Volks inicialmente era de color negro. El odómetro de mi Volks marca unos 90.000 kms mas o menos, lo que nos da un promedio de 2000 kms por año, imagínense ustedes lo poco que lo andaba mi madre, creo que solo salía los días viernes a sus té-canasta al Club Colombia. Recuerdo que el viaje más largo que hizo este Volks fue hasta Chachagui (donde queda el aeropuerto de Pasto) y el reciente traslado hasta Ibarra para participar en el Rally Aniversario 20 años del Clasec y las competencias en la pista de Yahuarcocha. Ahora si quiero contar la historia más triste de mi vida, la cuento y no la desearía recordar porque es el momento más difícil que he vivido y por esto es que mi Volks es parte de mi, el amor que le tengo, después de que mi Madre lo quiso tanto, que hasta le decía mi Cupido motorizado, por la película de Herbie. Ocurre que mi Madre, junto a mi Padre, sufrieron un grave accidente, un 13 de Noviembre, en el que ambos perdieron la vida. Hasta donde he investigado son muy pocos los casos en el mundo en el que dos personas que vivieron y se amaron tanto, mueren juntos y ni siquiera la muerte los logra separar. Crean ustedes, que lo único por lo que luché, para que nunca me quitaran, me refiero a mis hermanos, fue mi Volkswagen. Ninguno objetó que yo conservara el auto de mi madre.

Que feliz me sentí desde el momento en que el Volks hizo parte de mi vida, lo sacaba los fines de semana, lo paseaba y siempre lo admiraba con orgullo, inclusive varias veces quisieron comprármelo, pues sabían que su dueña estaba ya en el cielo, pero desde el momento en que me perteneció hice la promesa de que este Volks pasaría de generación en generación y nunca sería vendido. Gracias a Dios y ahora con un par de ángeles en el cielo, me ha ido bien en la vida, nunca me ha faltado el trabajo, razón por la cual un día me propuse restaurarlo completamente, sin que le faltase un solo tornillo para que quedara como el día feliz en que fue comprado. Mi Volks entro al taller por pintura y desde ese día nunca lo descuidé, pues con todo el cuidado solicité que se desarmara con mucha precaución, y de ahí empezó lo que todas las personas que restauramos un auto hacemos con amor….conseguir cada una de las piezas que le hacen falta y que cada vez que uno consigue algo lo celebra con mucha felicidad. La combinación bicolor, la vi en internet en un museo de clásicos y antiguos y corresponde a una edición convertible que se llama Kafer Beetle de 1955. Algunos amigos me ayudaron a conseguir las llantas originales de la época, las plumillas , bocelería, etc. Gracias a Dios los repuestos de un Volkswagen son fáciles de conseguir y creo que mi Volks ya cuenta con un 99% de su originalidad. El accesorio más significativo y que me causó la mayor de las alegrías, cuando lo conseguí, fue el escudo delantero, en la punta del capot, pues lo busque por todos lados, en Ecuador, en Bogotá y en Cali. Fue muy difícil conseguirlo, se ve en algunos modelos pero sus dueños no los venden, así que lo conseguí en un almacén de autos chocados en Bogotá. Fueron tanta las ganas que le demostré al vendedor que el predio fue alto. No importó. Ahora lo único que le falta al Volks es la visera, original alemana. Ojala y esta nota sirva para conseguirla. Mi Volks es “único” por lo que significa, por el amor que le tengo, sé que hay autos mejores, me refiero a los autos grandes, clásicos y antiguos, pero el mío y para mi es el que no tiene valor y eso lo hace muy especial”

Si deseas comunicarte con Alvaro escríbele a alvarodavila@hotmail.com

EL VW 1966 CUBRIENDO LA RUTA MONTAÑOSA DEL RALLY DEL CLASEC EN ECUADOR
AL FONDO EL CRATER DEL TEMIBLE VOLCAN GALERAS, EN PASTO
DURANTE SU PARTICIPACION EN EL RALLY DEL CLASEC, CON EL VOCHO ECUATORIANO
EXHIBIENDOSE, ELEGANTE, EN EL C. C. UNICENTRO DE PASTO
DAVILA CRUZANDO LA META EN SU VW EN LA PISTA DE YAHUARCOCHA

EL ESCUDO QUE IDENTIFICA A LOS VOLKSWAGEN