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Historia de los Corvettes abandonados en Nueva York…

Investigación y edición Francisco Mejía-Azcarate
Pareciera ser que desde hace varios años los investigadores especializados han indagado y escrito sobre la situación de los automóviles de los cuales hablaré más adelante, pero solo hasta el 23 de octubre de 2014, fue que el diario “The New York Times” volvió a mencionarlos y así supe de ellos por primera vez. Para escribir esta historia transcribo apartes de una crónica publicada en febrero de 2010, por Sam Smith en el blog http://jalopnik.com y la culmino con apartes de un artículo reciente del diario “The New York Times”. Por allá en 1988, mucho antes de que existieran los teléfonos celulares y los mensajes de texto, el canal de música VH1 pasaba por una difícil situación financiera. Como consecuencia de lo narrado los directivos del VH1 le encomendaron al productor independiente de televisión Jim Cahill, la tarea de elevar el perfil nacional del canal. Una vez, mientras Cahill conducía lentamente a través de un monumental “trancón” en una autopista de Los Ángeles, se le ocurrió la idea de hacer una gran rifa de 36 Corvettes. Si, un Corvette de cada año producido desde 1953 hasta uno de 1989, el año en que se efectuaría la gran rifa.

Fotografía de los 36 Corvettes, parqueados en fila india durante la promoción del concurso
La idea era simple pero novedosa. El sorteo se haría entre todos aquellos que aceptaran el cobro de dos dólares por llamar a inscribirse a un número telefónico que empezaba por 1-900. La compañía telefónica AT&T le devolvería a VH1 US $1.49 por cada inscripción. Para darnos una idea de la magnitud del negocio, solo en el primer día se inscribieron 190.000 personas y cuando se cerraron las inscripciones, más de 1.300.000 personas se habían registrado, dejándole a VH1, una cifra cercana a los US$ 2.000.000.00. Lo que siguió durante los meses siguientes fue una ola de compras de proporciones épicas. Cahill se gastó US$ 610.000.00 (aproximadamente US $ 1.100.000.00 de hoy) del dinero recogido por la alicaída VH1, en lo que a los directivos de la empresa les debió haber parecido una frenética orgía compradora. De acuerdo con un artículo en la revista “Vette”, publicado en esa época, Jim Cahill compró los 36 carros a diferentes dueños y aun cuando todos no estaban en condiciones óptimas, si se encontraban operables.

Jim Cahill, posa con un hermoso Chevrolet Corvette, modelo 1961, durante el periodo de promoción
Catorce de los Corvette eran convertibles y 25 de los 36, tenían transmisiones automáticas. Cahill llevó los Corvettes de lanzamiento comercial en lanzamiento comercial, los mantuvo meticulosamente limpios y en general los movió por todas partes, dentro de la ciudad de Los Ángeles, con todo el lío que ello causaba. Él también hizo lo que cualquiera de nosotros haría, se encargó de conducirlos todos y cada noche, durante 36 noches consecutivas, llevó uno diferente hasta su casa. De esa forma se dio cuenta que aunque la mayoría estaban buenos y sanos, otros eran una verdadera pesadilla mecánica.

Dennis Amodeo, recibiendo el premio de Mike Love y Jim Cahill
El concurso resultó ser un evento extraordinario. Cuando llegó el momento de la rifa, un joven llamado Dennis Amodeo, de profesión carpintero y residente en Long Island, en el Estado de Nueva York, salió favorecido y acto seguido voló a California y recibió en una ceremonia en Culver City, de manos de Mike Love, ex integrante de la banda musical “The Beach Boys”, un aro de 2.5 kilos que contenía todos los juegos de llaves de los 36 Corvettes. Ahora, de acuerdo a la investigación de Daniel McDermon, periodista del New York Times, es cuando la historia se torna bien interesante...


El carpintero Amodeo nunca llegó tan lejos, mientras pensaba que iba a hacer con semejante flota. Inmediatamente fue contactado por el famoso artista pop Peter Max. Max, un artista gráfico estadounidense que tiene su estudio en Manhattan, Nueva York, es en buena parte el responsable del movimiento del diseño “Sicodélico” de la década de 1960.

Fotos de Peter Max y dos de sus obras más famosas “Liberty Head” y el Boeing 777 de Continental Airlines
Max también se hizo famoso por su estilo "Cósmico de los 60’s”, en el que usaba colores vibrantes y aunque pintó desde un Boeing 777, hasta el Chevrolet MonteCarlo de la estrella de NASCAR Dale Earnhardt, no le interesaban en absoluto los carros, a pesar de haberle comprado la colección entera de Corvettes al afortunado carpintero de Long Island. El mismo Max dijo en una entrevista: “Me enteré de la colección a través de un amigo, con eso en la mente me fui a dormir y poco después tuve un sueño que incluía porristas, los 36 Corvettes y un estadio lleno de gente gritando ‘esos son los carros de Peter Max’, naturalmente, cuando me desperté, saqué la billetera y los compré”.

Colección de 36 Corvettes rifados por el canal VH1, cuando eran embarcados hacia Nueva York
El negocio con Dennis Amodeo de Long Island se hizo de la siguiente manera: Max contactó a Amodeo y llegó a este acuerdo – US$ 250.000 en efectivo, más US$ 250.000 en obras de arte y una porción de los ingresos, si los Corvettes se volvían a vender. A pesar de tener algunas reservas Cahill facilitó la preparación y entrega de los 36 Corvettes, para que fueran enviados a Nueva York, garantizando que todos estaban limpios y funcionaban, cuando se montaron a los camiones. La historia entonces se torna deprimente para los que amamos los carros. Debido a que Max estaba trabajando simultáneamente en varios proyectos y era investigado por evasión de impuestos por el temido IRS (oficina de impuestos nacionales de Estados Unidos) los Corvettes estuvieron parqueados e inmóviles por un buen tiempo, luego fueron cambiados de lugar un par de veces más y finalmente terminaron en el sótano de un edificio de apartamentos en Brooklyn, que en su época fue una planta de impresión del periódico “New York Daily News”, sitio en el que permanecieron inmóviles, acumulando polvo por más de 20 años.

Imagen del lamentable estado en que permanecieron los Corvette por años
No podríamos decir que Max dejó estos carros a su suerte, para que se pudrieran porque nunca realmente los abandonó del todo, simplemente permanecieron relativamente escondidos hasta mayo de 2005, cuando un escritor de la revista “New York” los descubrió y escribió una columna. Acto seguido, un miembro del blog de amantes y entusiastas del deportivo americano “Corvettes Digital” leyó la columna, se interesó y fue a echar un vistazo, tomo muchas fotografías que luego publicó en internet y los seguidores del blog se enloquecieron. Tener tres docenas de estos legendarios bi-plazas americanos, llenos de polvo y escondidos de los ojos de los entusiastas, causó una inesperada reacción en cadena en el mundo Corvette. Muchos se ofrecieron a guardarlos gratuitamente, para que no se pudrieran y una constante romería de amantes de los Corvettes inventaba cualquier excusa para entrar a verlos, incluyendo a Patrick Gramm, propietario del blog “Corvettes Digital”.

Desde este otro ángulo se puede observar el grado de suciedad de los 36 Corvettes de Peter Max
La colección era tan provocativa que el New York Times escribió un artículo en su blog, creando tanta expectativa que David Burroughs, el director general de “Bloomington Gold”, se atrevió a emitir una valoración del lote a ciegas, estimándolos en US$ 840.000. Un inquilino en el edificio de apartamentos donde se guardaban los Corvettes, twitteó expresando su alegría porque las 3 docenas de Corvettes, habían sido retirados del edificio. Daniel McDermon, periodista del New York Times que también vivía en el edificio, lleno de curiosidad decidió hacer una investigación más amplia, desenterró a Cahill y habló con Peter Max. El resultado fue bastante más que predecible, y los Corvettes estaban ahora en un nuevo lugar que no sería revelado. En ese momento (2010) Max todavía pensaba hacer algo con ellos, pero estaba esperando respaldo financiero para el proyecto, sin embargo ese respaldo nunca llegó y los Corvettes, siguieron acumulando polvo en un lugar secreto, lo que generó gran consternación en el legendario Jim Cahill. 

Estado en que permanecieron, por muchos años, los 36 vehículos Chevrolet Corvette
Según el artículo publicado en el diario “The New York Times”, el pasado 23 de Octubre de 2014, replicado el mismo día por el blog de “Hemmings Daily”, en junio de 2014, cuando Chris Mazzilli, coleccionista de Corvettes y fundador de “Dream Car Consulting” estaba mostrando su Corvette 1971, en el Car Show de ‘Old Westbury Gardens’, un tipo se le acercó y empezó a hacerle preguntas acerca de los valores reales y los costos de restauración de una serie de Corvettes, por lo cual Mazzilli cayó en la cuenta y le preguntó si se trataba de los Corvettes de Peter Max. El tipo era Peter Heller y en efecto se refería a los Corvettes de Peter Max. Su primo Scott Heller, había sido abordado por Max para encontrar un nuevo garaje para guardarlos y la conversación pronto cambió de rumbo cuando Max expresó que posiblemente los vendería. Siendo así Scott Heller, se puso en contacto con su primo Petter Heller y un grupo de familiares suyos de apellido Spindlers los compraron, aunque nunca se reveló la cifra pagada.

Chevrolet Corvette, modelo 1953 - Número 291, de los 300 fabricados
Chevrolet Corvette, modelo 1956, de la colección de Peter Max
Después de este encuentro casual en el Car Show de ‘Old Westbury Gardens’, los primos Heller, le pidieron a Chris Mazzilli, que fuera a Nueva York para que inspeccionara los Corvettes, acompañado del restaurador Dave Weber (cuya tienda, “Vintage Automotive Restorations”, se especializa en Corvettes y en carros musculosos) . Luego de haber pasado un sábado completo revisando e investigando carro por carro y con mucho polvo en sus overoles, Mazzilli y Weber le contaron a los Heller y a los Spindler lo bueno, lo malo y lo feo de su reciente compra. Adicionalmente les dieron un rango del valor de los carros. La buena noticia para los compradores fue que pagaron una cifra dentro de ese rango y la mala es que restaurarlos no iba a ser barato. En resumen, parece no tener sentido financiero restaurar los modelos entre 1974 y 1984, ya que su valor de reventa no se acercaría al costo de la restauración. Hay otros que definitivamente son joyas ocultas, como el Corvette de 1953, uno de los 300 fabricados y cuya placa lo identifica con el # 291 o el Corvette modelo 1957 e inclusive el Corvette modelo 1956, de color ‘cascada verde’ (al que le falta su motor original), así se requiera un poco de dedicación para llevarlos nuevamente a su esplendor original.

Chevrolet Corvette, modelo 1983, de la colección de Peter Max

Fotografía de los Corvettes de 1953 y 1956, en el taller de restauración
Aunque ninguno de estos Corvettes tienen un motor de bloque grande o vienen con opciones raras y deseables, todos tienen mérito como piezas de la historia de Corvette, además de haberse visto envueltos en una gran leyenda urbana, atados a un gran artista que una vez capturó el espíritu de una época.

Este es el Chevrolet Corvette, modelo 1956, color cascada verde en restauración

Chevrolet Corvette, modelo 1967, con una imagen nueva, listo para ser restaurado
Independientemente de su valor, todos serán intervenidos, para dejarlos en buenas condiciones mecánicas y tan presentables como sea posible. En cuanto a los planes a largo plazo, los propietarios preferirían venderlos en un solo lote a un coleccionista interesado, aunque todos reconocen que esta es una posibilidad muy remota. Por el momento no se han contactado con las casas de subastas, pero probablemente tendría más sentido venderlos uno por uno, sin embargo, desde el punto de vista emocional, ¿quién no querría ver a estos Corvettes juntos haciendo parte y adornando una gran colección?