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Ferrari 330 América de 1964, similar al de la señora West |
En mayo de 1977, Sandra Ilene West, vestida con su mejor vestido de gala y sentada al volante de su hermosísimo Ferrari 330 América de 1964, color azul pastel, fue bajada al mausoleo familiar y enterrada bajo toneladas de concreto, dando cumplimiento a su última voluntad. Esta joven viuda de un magnate petrolero de Texas, de 37 años de edad, murió en su casa de Beverly Hills, de una sobredosis accidental de medicamentos recetados. En su testamento, la señora West, dejó un párrafo en el que exigía a su cuñado Sol West III que la enterrara en su Ferrari, para que él pudiera recibir una herencia de un poco más de 2 millones de dólares y el resto de sus bienes patrimoniales, incluyendo su casa de Beverly Hills. En caso de que no lo hiciera solo recibiría US $ 10.000.00
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Sandra Ilene West en su mayor esplendor |
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Esta es la única foto existente tomada de un noticiero de televisión el día del entierro de Sandra Ilene West en el Cementerio Masónico de San Antonio, en Texas |
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La cripta de la tumba de Sandra Ilene West |
A pesar de tratar de evitar semejante excentricidad, un juez decretó que su cuñado Sol West III debería cumplir la voluntad expresada por la señora West, pues de lo contrario la herencia pasaría a las arcas del Estado de Texas y él sólo recibiría los US $ 10.000.00 estipulados por la difunta, en su testamento, ocurriendo que ella y su Ferrari, el cual estuvo involucrado en un accidente en el que sufrió daños, fueran enviados a San Antonio para ser enterrados junto a la tumba de su fallecido esposo. Luego que los obreros bajaran cuidadosamente un pesado cajón de madera con el vehículo y con la señora West, adentro, sentada al volante, en la posición más cómoda, al llegar a su lugar de descanso final, dos camiones especializados vertieron cemento en el bunker para desalentar a quienes quisieran cavar la tumba y robarse el carro. La historia del Ferrari enterrado de la señora West ayudó a vender millones de diarios ese año y en las décadas siguientes el tema se convirtió, de alguna manera, en parte de la fantasía de los Ferrari. Pero no sería este el único carro deportivo italiano enterrado que capturó la atención de los Estados Unidos a finales de la década del 70. Casi un año más tarde, un grupo de niños que estaban cavando en el patio exterior de una casa localizada en el barrio Atenas, al Oeste de Los Ángeles (en el 1137 W. 119 Street), se toparon con algo que se sentía como el techo de un carro e inmediatamente le hicieron señas a un carro de la policía, conducido por el sheriff del condado que ocasionalmente patrullaba por el sector.
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Foto de Google Map, de la casa donde fue encontrado el Ferrari Dino (19781137 W. 119 Street, Los Ángeles, California) |
Priscilla Painton, reportera del diario Los Ángeles Times, registró lo que sucedió después para la historia. Dice la cronista, que un extraño tesoro de cuatro ruedas estaba a punto de ser desenterrado por dos detectives del condado, en el patio delantero de una casa suburbana. Cuando la historia golpeó los periódicos de todo el país, muchos recordaron la historia de la excéntrica señora West y su Ferrari 330 América que le sirvió de ataúd, sólo que esta vez el asiento del conductor estaba vacío. Cavando cuidadosamente en el patio, con una pequeña pala-grúa y acompañados de un equipo de hombres con palas, los detectives Joe Sabas y Lenny Carroll descubrieron en el sitio, encontrado fortuitamente por los niños, un Ferrari Dino 246 GTS (número de serie 07862), de 1974, color verde oscuro metalizado.
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Los detectives Sabas y Carroll, observan el vehículo en compañía de un trabajador
Esta foto de Larry Sharkey fue publicada el 8 de febrero de 1978, en el diario Los Ángeles Times.
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El Ferrari Dino, a punto de ser sacado de la que fue su tumba por más de cuatro años |
En su artículo, publicado el 8 de febrero de 1978, Painton escribió que el carro parecía estar en "sorprendentes buenas condiciones" y estimó su valor en unos US$ 18.000.oo (alrededor de US$ 70.000 ajustados a 2014). Los entusiastas de Ferrari más tarde notarían que este Dino había sido equipado con rines Campagnolo y asientos de Daytona. El primer paso que debían dar los investigadores era descubrir la procedencia del Dino de matrícula 832 LJQ. Averiguaron que el mismo había sido comprado en octubre de 1974 por Rosendo Cruz de Alhambra, California, con un préstamo del Bank of America. El 7 de diciembre de 1974, Cruz reportó el vehículo como robado y como el carro nunca fue encontrado, el informe final de la policía permanecía como “pendiente”, en los archivos de la estación de policía de Rampart Boulevard, del Departamento de Policía de Los Ángeles. Pero el misterio siguió latente. ¿Cómo llegó el Dino a ese lugar? Quiénes habían habitado la casa en esa época no dieron explicación alguna y ninguno de los residentes del área recordaba haber notado algo extraño en 1974. Eso molestaba tremendamente al detective Sabas, quien jocosamente expresó “después todo, enterrar un Ferrari, no es como sembrar coles”. Sí algo estaba claro es que quien o quienes lo habían enterrado esperaban, obviamente, dejar pasar un tiempo prudencial y desenterrarlo para apropiárselo, ya que habían tratado de “preservarlo” con láminas de plástico y metiéndole toallas por los exostos para evitar que la humedad entrara al motor.
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Esta fotografía muestra el estado del Ferrari Dino minutos antes de ser halado hacia la superficie |
Sin pistas claras sobre el robo, la investigación policial concluyó que efectivamente se lo habían robado, un año antes que se descubriera el Dino enterrado en esa casa del barrio Atenas de Los Angeles y la compañía de seguros “Farmers Insurance Group” aceptó el hecho y ordenó que se girara un cheque por US$ 22.500.00, al propietario legal del Dino, a través de una sucursal del Bank of America en Hollywood, aun a pesar que el expediente por el robo seguía con el estatus de “pendiente”. Como consecuencia de lo anterior el nuevo propietario del hermoso Ferrari Dino desenterrado era la compañía de seguros. Pero este no es el final de la historia. Greg Sharp columnista de la revista Auto-Week (3 de marzo de 1986) re-tomó el tema e investigó la vida de este carro antes de que fuera sepultado. “Originalmente fue ordenado por Modern Classic Motors en Reno Nevada y era uno de los 10 Ferraris asignados a Griswald Motors en el área de San Francisco Bay, donde permaneció en la sala de exposición en la calle Market sólo dos semanas antes de ser comprado y despachado por camión, a unas 400 millas al sur, hasta la ciudad de Los Ángeles”.
“El comprador fue Hollywood Sports Cars, uno de los 46 concesionarios de Ferrari en los Estados Unidos, concesionario este que se hizo famoso por sus ventas de Ferrari a Frank Sinatra, Perry Como, Sammy Davis Jr., Pat Boone, William Holden, Jayne Mansfield, las hermanas Gabor, Sharon Tate y Suzanne Pleshette”. A pesar de la fama de Hollywood Sports Cars y de toda esa colonia de glamour que brindaban sus encopetados clientes, una tarde de octubre de 1974, a un precio de US$ 22.500.oo, el Dino fue comprado por un fontanero como regalo de cumpleaños para su esposa. La mujer lo condujo un total de 501 millas. Luego, el 7 de diciembre, la noche de su aniversario de bodas, la pareja fue a cenar al restaurante Brown Derby en Wilshire Boulevard, sitio donde el fontanero se puso en guardia por los visibles destellos de emoción en los ojos de los muchachos encargados de efectuar el “valet parking”, razón por la cual decidió parquearlo él mismo sobre el Wilshire Boulevard. Al parecer otras personas expresaron gran emoción cuando el fontanero se alejó del carro y entró al restaurante, porque cuando salió del mismo se le habían robado el flamante Ferrari”.
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Restaurante Brown Derby en Wilshire Boulevard, Los Ängeles (década de 1970) |
Pasado todo el entusiasmo producido por la noticia, la compañía de seguros “Farmers Insurance Group” sacó el carro a subasta. Luego de muchos ires y venires, la mejor oferta (aproximadamente US$ 9.000) fue la de Brad Howard, un joven mecánico con su propio garaje en Burbank Blvd, en el Valle de San Fernando.
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Brad Howard, actual propietario del Ferrari Dino desde 1978 |
El lujoso automóvil necesitó de un nuevo alternador y un nuevo distribuidor para arrancar y así el joven y feliz propietario trasladó el Dino a su taller Burbank Boulevard, espacio en el que con la ayuda de varios expertos completó la difícil restauración del Dino. Debidamente registrado ante el Departamento de Vehículos Motorizados de California y con unas placas muy vanidosas que dicen "DUG UP" (“desenterrado”), este bello vehículo volvió a la vida para rugir a altísimas velocidades, por los famosos boulevard y autopistas californianas.
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Interior del Ferrari Dino 246 GTS, en la actualidad |
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En la placa, puede leerse DUG UP (desenterrado) |
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Parqueado al lado de otros deportivos de la época |
Esta historia la pude realizar, gracias a la formidable investigación realizada por Mike Spinelli de Jalopnik, quien en 2012 conoció este asunto y decidió cavar un poco más profundo para averiguar porque razón habían enterrado el Ferrari. Una fuente dijo que el propietario original del Dino o sea Rosendo Cruz, de Alhambra, California, contrató a algunos ‘especialistas’ para que le hicieran desaparecer el Dino. Después de reportar el robo, el dueño quedaría exonerado de la deuda con el banco, además de que recibiría un pago parcial proveniente de la cobertura del seguro. El plan inicial era cortar el Dino en varios pedazos y luego enterrarlo, pero los ‘especialistas’ no siguieron las ordenes totalmente y decidieron enterrarlo sin dañarlo, limitándose a cortar el emblema trasero como prueba de su fechoría para poder cobrar por su trabajo al propietario moroso, quién habría urdido el fraude meticulosamente.