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Tazio Nuvolari, el más grande corredor de autos de la historia, gana el Gran Prix de Alemania de 1935 y se convierte en una leyenda. El increíble triunfo de Nurburgring...

 Por Alberto Silva Borrero
Tazio Giorgio Nuvolari
El sol acaba de aparecer,  atraviesa las nubes en algunas zonas abiertas y refleja destellos sobre los charcos de agua que cubren la pista de tierra mojada. El piloto de ojos oscuros observa fijamente al frente de la pista con sus finas gafas de competencia; su vivaz semblante se oculta en este momento de gran concentración. Aun así, la luz lo ilumina completamente destacándole sus rasgos físicos. Es pequeño y delgado; su tez es trigueña; su rostro muestra arrugas faciales acentuadas por largos años de correr a la intemperie y por absorber los humos venenosos de los exhostos.  Su uniforme es impecable. Va vestido con un Jersey amarillo, un Overall azul, los anteojos y el inmaculado gorro blanco de carreras. Todo rematado con un exquisito broche: una pequeña tortuga emblemática de oro colgada del cuello. La utiliza como amuleto de la buena suerte. Es su distintivo personal reconocido en el mundo de las carreras. Le fue obsequiada por un amigo poeta con la dedicatoria: "Para el hombre más rápido del mundo, el animal más lento".


Su afilada nariz se inclina hacia adelante; el pequeño italiano aferrado al timón y a la palanca de cambios del Alfa, se encuentra inmerso en sus propios pensamientos. Arranca desde el segundo puesto gracias al sorteo. Una ligera ventaja, pues su auto, un Alfa Romeo Tipo B - P3/35 de la Scuderia Ferrari es de un modelo anticuado y no tiene la más mínima oportunidad contra la armada de autos que va a enfrentar hoy. Las dos marcas constructoras más importantes, Mercedes Benz y Auto Union, la antecesora de Audi, colocaron en la pista 9 autos que son la envidia del resto de naciones, lo mejor en ingeniería de los autos alemanes. Es casi un clamor popular que su supremacía no podrá ser desafiada en esta oportunidad. El rugido ensordecedor de las 20 maquinas aísla los gritos de los 250.000 espectadores alemanes que hoy, 28 de Julio de 1935, se han congregado para observar el Gran Prix de Nürburgring. El Führer, Adolfo Hitler, espera obtener en su propia tierra la victoria para el 3er. Reich, con cualquiera de los 9 autos alemanes de soberbia superioridad tecnológica. Nadie sabe que en pocos minutos, el diminuto piloto italiano, Tazio Giorgio Nuvolari, será el protagonista de la mas espectacular hazaña del automovilismo, ni que dentro de su delgado cuerpecito late el corazón indomable de un león.
Tazio Giorgio Nuvolari en su Alfa Romeo
Los Alfa Romeos Tipo B - P3/35 no serán manejados este año por el equipo de carreras del constructor, sino por la Scuderia de Enzo Ferrari. Es sabido por todos, que este año los Alfa están super pasados de moda. Sus motores son derivados del histórico P3 de 3.2 litros (3.167 cm3, con compresor y 265 caballos), un viejo propulsor creado por el genio mecánico de la compañia, el diseñador italiano Vittorio Jano. Los Alfa son altos y masivos en apariencia, pero también muy estables. Sus pilotos son Louis Chirón, Antonio Brivio, René Dreyfus y el propio Tazio Giorgio Nuvolari, el Volador de Mantua. Los cinco poderosos Mercedes Benz W25 (3.990 cm3, 8 cilindros, compresor y 375 caballos) son manejados por Manfred von Brauchitsch, Luigi Fagioli, Hermann Lang, Hanns Geier y Rudolf Caracciola, este último, un corredor alemán de apellidos italianos, considerado en ese momento el más poderoso, perfecto y seguro piloto del mundo. Auto Union con su cuatro autos Tipo B (4.950 cm3, 16 cilindros, compresor y 375 caballos) presenta a Hans Stuck, Paul Pietch, Aquille Varzi y Bernard Rosemeyer, el Chico de Oro, la nueva y más prometedora figura del automovilismo mundial. El resto de la grilla básicamente hace cantidad y llena los números. La componen tres Maseratis de la Scuderia Subalpina, con dos modelos 6C y un 8C, manejados por Goffredo Zehender, Philippe Etancelin y Eugenio Siena. Renato Balestrero maneja un Alfa Romeo privado del Gruppo Genovese San Giorgio; Piero Taruffi un Bugatti T59 de 3.3 litros; Hans Rüesch, László Hartmann, Pietro Ghersi y Luigi Soffietti también participan independientemente con cuatro Maseratis 8 CM de 3 litros y finalmente, Ernst von Delius y Raymond Mays, manejando para el equipo Humphrey W. Cook, un solitario monoplaza verde E.R.A. Tipo B, de 2 litros y apenas 6 cilindros, cuya conducción se alternaran durante la carrera.
 
Seis naciones y seis marcas están representadas en la línea de partida. No será sino hasta 1937 que se implementara la regla para que las posiciones de la grilla se decidan con los tiempos obtenidos en la práctica. Este día tampoco se largara con la habitual bandera verde, a cambio se hará la partida con el innovador semáforo de luces. El escenario ya esta listo para presenciar la más dramática y sorprendente carrera de autos de la historia...
 
Afiche promocional para Nurburgring
Los pilotos están sentados en los  monoplazas con los anteojos de carreras puestos, los gorros alineados, los ojos fijos en las luces de partida, mientras que el aire se llena con el estruendo de los poderosos motores y el rugido de sus propios autos es apagado por la gran conflagración. De repente… luz verde! Una gema de oro resplandeciente brilla en medio del contingente que libera atronadoramente cientos de caballos de fuerza. Los problemas aparecen casi inmediatamente para los coches de la Auto Union: Stuck y Pietch quedan varados en la línea de partida. El mecánico de Stuck corre en su ayuda, aun mientras el resto de la grilla parte y los autos pasan a su alrededor. Sin que nadie se percate el asistente es arrollado y herido por una de las llantas del Auto Union de Aquille Varzi. Entretanto, Rudolf Caracciola, metiéndose desde la 3ra. fila, toma la delantera seguido por Nuvolari, Fagioli, von Brauchitsch y para sorpresa del contingente británico, Mays toma la 5a. posición en su E.R.A. verde, que gracias a su aceleración ha tenido una gran partida. Los altavoces relatan animosamente el progreso de los autos durante la electrizante 1a. vuelta. Entonces un # 5 aparece en el tablero de clasificación, señalando que el líder pasa ahora por Schwalbenshwanz, en la recta opuesta del circuito. Muy pronto un rugido precede y Caracciola cruza, 12 segundos adelante de Nuvolari y de Fagioli; en 4to. lugar aparece el nuevo chico, Bernard Rosemeyer; luego von Brauchitch, Chiron, Brivio, Varzi, Taruffi, Lang, Geier y el resto en rápida sucesión; todos menos el veterano Balestrero quien se sale del camino y culmina temprano la carrera. 
 
Propaganda de la época
A partir de allí, el Alfa de Nuvolari es superado aplastantemente. En la 2a. vuelta el orden es Caracciola (Mercedes) todavía con 12 segundos de delantera, Rosemeyer (Auto Union), Fagioli (Mercedes), von Brauchitsch (Mercedes) y Nuvolari (Alfa Romeo). Dos vueltas mas tarde, el auto de Chiron (Alfa Romeo) se cuela al 4to. lugar y Nuvolari baja al 6to. puesto. Es entonces que el diferencial de Chiron se traba y el 3er. Alfa revienta. Queda ahora Nuvolari completamente solo para enfrentarse contra los 9 autos alemanes. Es en este momento que el pequeño italiano comienza verdaderamente a manejar. Al mismo tiempo Rosemeyer se sale en una curva, salta alocadamente, se clava y vuelve a salir de una zanja. El alemán se detiene en los pits con una rueda torcida y con la tierra bloqueándole la entrada de aire. Nuvolari lo sobrepasa en la 6ª. vuelta, también pasa von Brauchitsch en la 7ª., es retomado a su vez por el alemán en la 8ª., alcanza a von Brauchitsch de nuevo y a Fagioli también, en la 9ª. vuelta y pasa a Caracciola para liderar la carrera en la 10ª. vuelta. La multitud apenas si puede creer lo que ven sus ojos!
 
Los asistentes de Tazio llenan su tanque con bidones de combustible. El piloto Nuvolari, a la derecha, luce desesperado.
En la 11ª vuelta, la mitad de la carrera, la excitación en las tribunas alcanza niveles de pandemónium cuando los cuatro lideres, Nuvolari, Caracciola, Rosemeyer y von Brauchitsch entran todos a pits por llantas y combustible. Ahora la carrera queda en las manos de los mecánicos, y por supuesto, el gran trabajo en pits de Mercedes gana. Von Brauchitsch, quien decide no cambiar sus gastadas gomas para ahorrar tiempo, sale rugiendo en apenas 47 segundos. Le sigue Caracciola a 1 minuto 7 segundos, luego Rosemeyer a 1.15, pero el Alfa rojo de Nuvolari permanece aun estacionado. La bomba de presión de combustible no trabaja. Mientras que Chiron ayuda a Nuvolari limpiándole la cara y pasándole unas gafas limpias, "Nivola" salta de un lado a otro levantando las manos frenéticamente, apremiando a sus mecánicos para que se apresuren. ¡ El combustible debe ser introducido al tanque con bidones! Una eternidad de 2 minutos y 14 segundos pasa hasta que por fin sale. Ahora se encuentra de nuevo en el 6to. lugar y Nuvolari tan agitado como el solo lo puede estar. El italiano posee un auto bien ajustado para estas condiciones, pero aun así, no se siente desanimado por el poder excesivo que muestran los demás autos en la pista mojada. Stuck hace recambio de llantas y combustible en la vuelta siguiente. Mays cede el manejo de su E.R.A. a von Delius. El líder temporal, Fagioli, se detiene para repostar en la 12ª. vuelta, perdiendo 51 segundos y cuatro puestos. La carrera está sumamente cerrada. Von Brauchitsch, viendo que sus chances están a la mano, vuela alrededor de las sinuosas curvas del largo circuito, a una velocidad promedio de 128.8 kph. Fagioli encuentra problemas en los resortes de la suspensión y Rosemeyer con la admisión de combustible. En la vuelta 13 Nuvolari sobrepasa endemoniadamente a Stuck, a Fagioli, y a Caracciola, como si fueran unos novatos y cuando Rosemeyer hace su parada en pits con la línea de la gasolina rota, el italiano se encuentra repentinamente en el 2do. lugar a 1.09 detrás de von Brauchitsch. Y ahora de verdad empieza la carrera. Por tres vueltas, von Brauchitsch se mantiene en el frente, mientras Nuvolari reduce a segundos ese minuto de diferencia con el líder y Caracciola se acerca fuertemente desde la 3ra. posición.
 
En los pits, los avisos advierten a los corredores de los márgenes tan cerrados. Nuvolari ahora esta 43 segundos detrás. Von Brauchitsch responde con una vuelta de 129.1 kph, pero a la siguiente vuelta Nuvolari esta a 32 segundos. Stuck pasa a Caracciola, quien es bajado del 3er. puesto. En la vuelta 21 y a una sola para terminar von Brauchitsch, empuja fuerte y se encuentra 35 segundos adelante. Pero el alemán, miembro activo del partido nazi, a quien llaman Pechvogel (el ave de mala agüero), no trata a su auto de forma delicada, gasta excesivamente sus frenos y sus llantas hasta conseguir el deterioro. En la útima vuelta y cerca de la Flugplatz, a 9 kilómetros de la meta, Nuvolari esta 30 segundos detrás; en Adenauerforts la brecha es de 27 segundos; pero ya en el Karussel, poco menos de 200 yardas separan el auto rojo del plateado.
 
¡ Los altavoces gritan exaltadamente pero, de repente, empiezan a balbucear incoherentemente; la llanta trasera izquierda de von Brauchitsch se ha desinflado! El auto derrapa de un lado a otro de la pista pero von Brauchitsch lo aguanta con muchísima pericia y en forma desesperada trata de mantener el incontrolable auto a 144 kph, mientras mira su retrovisor...A solo 8 kilómetros de la meta, repentinamente, la llanta desinflada y el sonido de fibras destrozándose certifican que el caucho se desprendió del rin. Todo lo que von Brauchitsch puede hacer ahora es andar a 64 kph sobre el rin. Llorando su miseria, el teutón, ve como Nuvolari pasa como un trueno y se desvanece en la distancia. En las tribunas, el publico y los oficiales nazis esperan la llegada de von Brauchitsch. 

Bellísimo óleo que presenta a Tazio triunfando en Nurburgring
Súbitamente un rugido proviene desde el fondo de la última recta, una nube de polvo y humo lo envuelve; como una aparición surge un auto rojo ¿Que pasa, donde esta el auto plateado que Alemania esperaba ver ganar? 250.000 alemanes enmudecen en este momento, el público no cree lo que está viendo. Frente a ellos, un bólido italiano de color granate cruza la meta. Un auto rojo de líneas anticuadas, con el # 12, que luce en su capot un emblema amarillo con un corcel negro y es manejado por un diminuto hombrecito, acaba de arrebatar la más increíble victoria en Nürburgring. La 8a. Grosser Preis von Deuschland es deslumbrada por una joya dorada: Tazio Nuvolari, el animal mas lento, il Mantovano Volante o simplemente Nivola, quién a sus 43 años y luciendo bastante envejecido, ha destruido el orgullo y la arrogancia del 3er. Reich.  Una increíble victoria que los nazis, con su supremacía tecnológica, no pueden comprender  o asimilar. Inesperado también es el segundo lugar. Hans Stuck arriba en su Auto Union, seguido a su vez por un Caracciola que arriba sin frenos, 4to. llega Rosemeyer y 5to., golpeado por el cruel destino y tan cerca del triunfo, llega el ave de mal agüero, quien se detiene mas allá de los pits en un esfuerzo inútil para esconder sus lágrimas de frustración. En un principio el público calla, luego paulatinamente ovaciona a Nuvolari. La muchedumbre se acerca tímidamente a observar el Alfa tratando de descubrir alguna oscura concepción mecánica que les permita descubrir la clave de tan incomprensible victoria. No logran percibir nada, tan solo atinan a exclamar: Der Teufel!, “el demonio negro” según los alemanes; Il Diavolo! gritan los italianos; Black Devil! dicen los ingleses.  Irónicamente los oficiales nazis no tienen un disco con el himno italiano para tocarlo por los altavoces, ya que solo tenían en lista la Deutschland Uber Alles para celebrar el que creían era un inevitable triunfo alemán. Pero es el mismo Nuvolari el que corrige la situación pues el lleva precavidamente consigo su propio disco de la Marcia Reale.
 
De esta forma, concluye la mejor carrera de Tazio Giorgio Nuvolari. Ha derrotado la estrategia de dos equipos completos y a sus rápidos autos con su lento Alfa, su habilidad, y el coraje de un león. Ha luchado de regreso a la carrera después de la desastrosa parada en pits, arrebatando segundos a pura velocidad a través del sinuoso circuito, usando su increíble habilidad para frenar menos y mas tarde que cualquiera y aun así, llevando el voluminoso auto por esas curvas, al filo de la catástrofe y sin cometer un solo error. Años mas tarde, Aquille Varzi, su gran amigo y también gran oponente en las pistas, diría: "Muchos grandes pilotos son considerados maestros, Tazio Nuvolari era un artista. Un maestro puede enseñar, el arte en cambio no se aprende".
 
Tazio porta la corona de laurel nazi