Poquísimas veces, en la vida útil de los redactores, llega la oportunidad de presentar el esfuerzo monumental de quienes se someten, por 1ª. vez, al curso intensivo y acelerado que significa, semestre tras semestre, año tras año y a veces varios lustros, al complejísimo proceso de restaurar un automóvil antiguo o clásico que ha sufrido, indefenso e impertérrito, la exposición a la intemperie o al maltrato deliberado proveniente de la naturaleza humana. Este es el caso, sin paralelo, que despierta la atención semanal del OCCCCC, como consecuencia de la iniciativa de la familia bogotana, enraizada en Cali, rubricada con los apellidos Durán Criales, la cual, en conjunto, tomó la determinación de recuperar para la historia y el patrimonio común, convirtiéndolo en un verdadero ícono automotriz, su maravilloso Ford Fairlane Crown Victoria Coupé con Kit Continental, modelo de 1955, un coche que después del exigente trabajo que se le impuso al mismo, bajo el aforismo libanés “sin prisa, pero sin pausa”, llega al medio para conquistar todas las miradas de los ciudadanos colombianos y convertirse, como dicen los millones de aficionados norteamericanos, en un verdadero “neck turner”. Los Durán Criales soportaron con enorme estoicismo, los agotadores trámites relacionados con el manejo de tapiceros, pintores, mecánicos, ingenieros automotrices, laminadores, “asesores” busca repuestos y en numerosas oportunidades la tiranía de los comerciantes que conservan en sus anaqueles el preciado repuesto difícil de conseguir, para poder conquistar la esquiva meta de la restauración total. Una virtud, de este grupo de restauradores neófitos, es el hecho de que conservaron, como si hubieran previsto que existiría la necesidad de un testimonio gráfico, las imágenes del proceso que adelantaron con su vehículo, las cuales presentamos con gran orgullo a los usuarios del mensaje semanal. De igual manera reproducimos el testimonio de Luis Fernando Durán Falla, el “pater familias” del renovado Crown Victoria.
Testimonio
“Hace unos 5 años, en un viaje que hice con mi familia a Bogotá, vi el carro rodando por la carretera y después de seguirlo, durante varias kilómetros, logré detenerlo y proponerle a su propietario, don Elías Quintero que me lo vendiera. El carro me atrajo por cuanto era un Ford Fairlane 1955, el automóvil en el que aprendí a conducir y me despertó la afición por los carros y la mecánica. Mi esposa Olivia y mi hijo Diego, sin estar muy convencidos, apoyaron la idea, pero nunca se imaginaron que el carro algún día llegaría a significar tanto para ellos. Cuando el coche arribó a Cali y lo estábamos descargando de la “niñera”, fue imposible no ver en sus rostros las miradas de decepción, pues el color blanco de su carrocería, combinado con su capota mostaza y la tapicería roja, no era que ayudaran mucho a que se creyera en la posibilidad de llevarlo al estado actual. Al presentar el Crown Victoria en el taller “El Amigo” de Jader López, podría decirse que el vehículo tampoco fue bien recibido, pero tal vez por la lealtad que le tengo como cliente a ese sitio, el mecánico y laminador autodidacta se vio obligado a aceptar la idea de emprender el proceso de restauración, el cual abarcó tres largos años. Hasta ese momento el internet para mí solo era una forma de conectarse con el mundo, pero al mismo, en mi vida cotidiana y familiar, no le daba ningún tipo de uso, pero al tener la necesidad de conseguir repuestos, aprendí a aprovechar tan poderosa herramienta, la cual fue vital en el proceso de restauración, pues nunca me imaginé que encontraría tantos sitios en donde conseguir las partes faltantes y los accesorios deteriorados. Existieron muchos momentos en que sentí desfallecer y me preguntaba si llegaría a ser capaz de llevar el carro al estado que hoy presenta, pero poco a poco y en la medida en que transcurrieron los días y los meses, Olivia y Diego se identificaron más con la causa y fue así como mi esposa, terminó siendo más conocida que yo en los talleres y en los sitios que frecuentan los mecánicos.
Mis hijas Marcela y Catalina, al vernos cada día más “encarretados” con el carro, también se fueron involucrando hasta el punto que la elección de color que se le colocaría al carro, tocó hacerla por escrutinio y votación. En la restauración no buscamos asesoría, pues conocía tanto el auto que hasta existieron varias discusiones con Duver Rivera el laminador, sobre la forma de cómo era que debía ir cada parte y cada pieza del carro al retirar las enormes plastas de hueso duro que le habían colocado a la lámina para emparejarla. Ahora que estoy más metido en el mundo de los clásicos y antiguos, me doy cuenta que muchas personas del OCCCC, nos hubieran ayudado a que el Victoria hubiera quedado mejor. De todos modos fue una experiencia maravillosa, no solo por el carro en sí, sino porque también nos sirvió para unirnos más como familia, hoy no lo disfruto solo, sino que lo disfrutamos todos los miembros de la familia y pretender venderlo es imposible, de solo anunciarlo recibo el no rotundo de todos”
Diciembre/2006 Pelada puerta conductor y guardabarro |
Enero/2007 Empieza preparación guardabarro izquierdo |
Abril /2008 Correcciones en la capota del Victoria |
Abril/2008 Rectificación línea guardabarro delantero |