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Don Pompilio Salazar Calderón en la época en que comerciaba en su bicicleta Philips |
Pompilio Salazar Calderón nació en el Municipio de Neira, departamento de Caldas, en la República de Colombia, el 23 de julio de 1926. Su actividad preferida, a lo largo de su vida, fue el ejercicio del comercio, circunstancia que lo llevó a recorrer gran parte de la geografía de la madre patria. Por razón de las vicisitudes que ofrecen las actividades mercantiles, en una oportunidad le correspondió viajar al puerto de Santa Marta en el Caribe colombiano para finiquitar una negociación difícil, en la que a título de “ñapa” le fue obsequiado un automóvil antiguo, del cual no tenía ninguna referencia. Se trataba de un Ford Thunderbird, color ladrillo cromado, en muy regular estado de presentación y con la carrocería modificada para que el auto pudiera ser utilizado como coche de carreras. A la muerte de don Pompilio, el 6 de enero de 1982, su hijo, Pompilio Amed Salazar Guzmán de profesión contador público juramentado, uno de los 8 hermanos Salazar, recibió por consenso el derecho a heredar el T Bird, el cual estaba en las peores condiciones en las que uno se lo pueda imaginar, pues el coche deportivo estuvo abandonado por un largo período debajo de un árbol frondoso, vecino al Teatro María Luisa de Cali.
Desde ese mismísimo momento empezó un extenuante calvario para el legatario del T Bird de placas PKE710. Pompilio Amed investigó y recurrió a numerosos talleres de lámina, pintura, mecánica, tapicerías especializadas y a restauradores de gran renombre, para que lo asistieran en el proceso de recuperación del destartalado e importante ícono americano. La cosa no fue fácil y el trámite tomó más de 10 años.
El automóvil empezó su restauración el 1 de abril de 1986 y volvió a rodar el 1 de agosto de 1996. Un verdadero viacrucis que sólo un hombre de la talla de Pompilio, con la paciencia matemática de la que lo inviste su profesión, le permitió soportar semejante proceso tan lento y agonizante. Otros, en su lugar, muy seguramente hubieran tirado la toalla ante tanta dificultad. Pero no Pompilio, a quienes sus más cercanos amigos conocemos cariñosamente, por su odisea extrema, con el sobrenombre de “el Pompimóvil”.
Pompilio Amed encontró y destaca la asistencia decidida, durante ese enojoso período, que le prodigaron José Román, Marco Dicelis, Alfonso Guzmán De Rosa y Jairo Ochoa, el profesional que lo acompañó en la búsqueda del ajuste mecánico ideal para su automóvil, así como el incondicional Jorge, de quien olvidó su apellido, un “latonero” joven de grandes capacidades, quien marcó la ruta en la satisfactoria recuperación de la carrocería. El T Bird, un coche convertible protagonista de la revolución automovilística de la década de los ´50 en los Estado Unidos, fue un gran competidor con el Chevrolet Corvette por el mercado americano, éste a su vez un pura sangre deportivo nacido en las matrices de la General Motors Corporation, otra de las gigantes de Detroit.
Cuando el T Bird de Pompilio Amed salió a la venta en los concesionarios, presentó numerosos cambios con respecto al Ford Thunderbird 1955, el 1er biplaza construido por la Ford Motor Company en toda su historia. Se destacaron sus innovadores cortavientos, los tapasoles, el kit continental, las pequeñas ventanitas de ventilación de los guardabarros delanteros y las escotillas esculpidas en su techo removible. Si conservó la “joroba” del cebú en el capó. A mitad del camino, entre un diminuto coche deportivo europeo y un coupé estadounidense grande, el Corvette y el T Bird tenían como objetivo capturar un segmento del mercado independiente. Una estrategia para conseguir la venta masiva de los Thunderbirds la propuso el entonces joven Lee Iacocca, quien sugirió que los convertibles se vendieran en módicas cuotas mensuales fijas de 56 dólares. Para la época, el Corvette se hizo más largo y potente, mientras que el Thunderbird buscó ser más refinado y sofisticado. El último debutó en la pantalla grande, en películas de largometraje como La Dolce Vita y Thelma y Louise.
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El TBird posa, en la vespertina, una vez Pompilio Amed culminó el proceso de restauración |
Este texto no estaría completo sin que se destacara el papel que tuvo don Guillermo Isaza Angel, propietario de un Ford Thunderbird 1963, hoy totalmente limitado de la visión y con quien Pompilio mantiene una amistad fraternal y a quien conoció en la calle, por las marcas homónimas de sus automóviles, pues el 1º. se convirtió en un verdadero “ángel” del 2º. y le transmitió mucho del entusiasmo del que Pompilio hizo acopio para afrontar con éxito los inconvenientes del proceso que duró una década. Igualmente, recibió la valiosa y permanente asistencia proporcionada por su hermano Wilson, residente en New York, quien nunca perdió la esperanza de conseguir, en el coloso del norte, como lo hizo, los repuestos, accesorios y partes que le faltaban al alicaído Thunderbird de Pompilio. Si deseas comunicarte con Pompilio por favor escríbele a spompilioamed@yahoo.com
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En la pista de los Ford son palpables las similitudes entre
el T Bird, el convertible y la Station Wagon |
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Concesionario Mendenhall de Saint Louis, Missouri, USA.
Ofrecía en 1956 los últimos modelos de la Ford |
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El T Bird traía un V8 de 312” que generaba 225 HP |